
Barcelona empieza a ser una ciudad previsible. La mañana se utiliza para hacer balance de daños de la noche anterior, limpiar en lo posible las calles y tratar de evitar los atascos. Al mediodía hay tregua —hay que reponer fuerzas— y ya por la tarde se vuelve a salir a la calle. Primero, todo es festivo, hay canciones y buen rollo; al caer la noche el panorama cambia y son los CDR los que toman la iniciativa. Entonces comienzan los disturbios, de una dureza casi desconocida en la Ciudad Condal. Esto sucedió las noches del lunes, del martes y del miércoles. Ayer, al cierre de esta edición, no se habían registrado incidentes. La gran traca violenta podría llegar hoy, con la confluencia en el centro de Barcelona de cinco marchas en las que 27.000 independentistas que partieron de cinco puntos diferentes de la geografía catalana llegan a la capital catalana, en una día en que el secesionismo también ha convocado una huelga general. La cita ayer era a las siete de la tarde en los Jardines de Paseo de Gracia, pero los nacionalistas, sobre todo los jóvenes, son impacientes y llegan antes para animar el ambiente. Algunos son chicos de instituto, adolescentes con ganas de emociones, y otros muchos proceden de la universidad. Los que nunca fallan tampoco son los Sanitaris per la República, cuya presencia es casi garantía de altercados. Ayer por la tarde, para complicar más las cosas, elementos de extrema derecha en la plaza Artós, también con encapuchados. Lo Mossos se interpusieron entre ellos y los secesionistas que decidieron que había que reventar el acto. Unos gritaban «yo soy español, español, español», y pedían prisión para los dirigentes nacionalistas y los otros lanzaban proclamas anarquistas. Al cierre de esta edición no había incidentes en esa zona. Tampoco en la marcha independentista, que los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR) desconvocaron cuando pasaban pocos minutos de las nueve de la noche. Al cierre de esta edición no se habían producido incidentes, pero los cuerpos y fuerzas de seguridad permanecían alerta. Los precedentes de tres noches violentas y la coincidencia en la calle de dos marchas de signo tan contrario obligaba a no bajar la guardia. En Gerona En Gerona la tensión creció conforme cayó la noche. Lo que parecía una tarde plácida y sin incidentes, se tornó en una noche tensa en la que unas 400 personas, la mayoría estudiantes, desafiaron a los agentes de Mossos y Policía Nacional frente a la subdelegación del Gobierno. A las siete de la tarde, hora habitual de las manifestaciones en los últimos días, apenas había un centenar de adolescentes frente a la subdelegación, pero los ánimos se fueron calentando sin motivo aparente más allá de la llegada de agentes de la Policía. «Fuera fuerzas de ocupación», fue el grito de guerra de los jóvenes, a los que no pareció gustar que, en esta pasión, agentes de los Mossos y la Policía Nacional formaran juntos para proteger la subdelegación del Gobierno. Al cierre de esta edición no se había producido ninguna intervención policial, pero los insultos y cánticos contra los policías continuaban en aumento como preludio de la huelga general en Cataluña convocada a partir de esta medianoche. Balance global De momento, desde el lunes, van un centenar de detenidos y el doble de agentes heridos, además de numerosos destrozos en vehículos policiales. Los «pacíficos» manifestantes se dedican a tirar clavos a las ruedas y adoquines a las lunas con una intensidad notable. También cohetes de pirotecnia al helicóptero policial, que es uno de sus enemigos preferidos. Derribarlo sería su sueño, que esperemos no consigan. Pero muchos ciudadanos además han visto arder sus coches aparcados en las calles, sus motos y elementos del mobiliario urbano que es utilizado como combustible y munición. El lanzamiento de ácido y de canicas con tirachinas está también muy extendido y es motivo de serio jolgorio por parte de los manifestantes.
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