Nos hemos hecho mayores

A los pocos jóvenes que había los pusieron detrás del candidato. Delante estaba el club de la bandera gastada y de los que ya se ve que ni hoy ni mañana tendrán mucho que hacer. El PSC es uno de esos partidos cuya épica es mejor que sus estampas. El imaginario de gauche caviar le sienta mejor que la realidad ajada y gris de su trasnochada militancia. La mayoría de los asistentes se habrían sentido más cómodos, para seguir el mitin, con un vaso de leche con galletas que con un gintónic, ni que fuera medio. Los dirigentes, cada vez más espectrales, se van fantasmagóricamente pareciendo, de año en año, al «poltergeist» de sí mismos. Su proceso de momificación es incluso más impresionante que el de sus bases. Cuando el hecho biológico se produzca, los podrán exponer directamente en el museo de cera, sin tenerles que hacer el molde. Pero pese a todo, el poder es una maquinaria imparable, y ahora que los socialistas tienen algo que repartir, y lo quieren seguir teniendo, llenaron una sala con mil sillas, lo que no es poco en un tiempo en que al líder lo vemos cada día en las redes, en la tele y hasta en el reflejo del muñeco que usa para dormir mi niña. El PSC ha pasado en muy poco tiempo de vagar por el desierto sin agua ni esperanza, a volver a entrar pisando fuerte en los salones y en las plazas, como cuando Felipe les hacía sentir inmortales. Se notaba en el ambiente esta sonrisa, esta candorosa seguridad en la vida y en el futuro que tiene la militancia de izquierda cuando los suyos mandan. Iceta, que cada día interpreta mejor a Boris Izaguirre imitando a Miquel Iceta, es el único político español que grita más que sus fans, y estuvo Pantoja total diciendo que Cataluña «necesita de presidente a alguien como yo». Atizó a los independentistas, marcó músculo español. La gente le aplaudía pero nunca con un entusiasmo comparable al del orador. Collboni y Batet estuvieron soporíferos, más cerca de la leche con galleta del público que de la vitalidad imparable de Iceta. Sánchez, muy en su línea, no dijo nada grave ni nada inteligente, Yo creo aún quedaría mejor si apareciera, sonriera, saludara y no dijera nada de nada.

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