El dicho es tan viejo como veraz. Cuando escuche a alguien que está hablando mal de España seguro que es español. «En España tenemos un problema de autoestima», advirtió Bieito Rubido en su conferencia del Círculo Ecuestre barcelonés sobre «los falsos paradigmas de la sociedad española». Una ausencia de autoestima sostenida sobre visiones torcidas que entroncan con la leyenda negra. De esos «falsos paradigmas», el director de ABC destacó dos: «El paradigma de la izquierda que desprestigia la historia de España para así desprestigiar al régimen franquista y el del independentismo, que habla mal de España para argumentar que es un proyecto fallido». Una subcultura de la queja de la izquierda, a la que se apunta el nacionalismo de derechas en una pintoresca coalición trufada por el lenguaje políticamente correcto. «Las ideologías progresistas se confunden con las progresías reaccionarias», apostilló Rubido. Con ese doble mensaje se ha consolidado la creencia de una parte de la sociedad española que considera que vive en un país malo, cuando todas las estadísticas sobre la calidad de vida desmienten esa impresión más emocional que racional. Llama la atención que en una encuesta de la ONU sobre autoestima, los chinos estuvieran encantados de ser chinos, mientras que los españoles ocupaban la penúltima posición, solo superados en autoodio por los argentinos. España, subrayó Rubido, «es uno de los diez grandes países del mundo, pero con una población que no lo sabe y se autoflagela». La conferencia del director de ABC, que estuvo acompañado de representantes del mundo empresarial catalán, acontece en un momento dramático en Cataluña: cuando el movimiento separatista acumula fuerzas para dar respuesta a la sentencias del Tribunal Supremo y una facción de los CDR está implicada en intentonas terroristas. «La Transición fue exitosa por la lealtad de derechas e izquierdas al proyecto de España. Los únicos desleales fueron los nacionalistas catalanes y vascos», recordó Rubido. Desde que el llamado «proceso» absorbió todas las energías de la política catalana, la percepción de Cataluña en el resto de España es cada vez más negativa. Pese a la mala política, pese a la deslealtad de un independentismo que solo atañe a una parte de los catalanes aunque pretenda acaparar la representatividad de toda Cataluña, el director de ABC aconsejó que «hay que hablar bien de Cataluña al resto de los españoles», aunque reconoció que «está difícil, pero habrá que intentarlo en un camino de ida y vuelta».
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