domingo, 1 de enero de 2023

Sánchez arranca 2023 con el lastre de la disputa entre Díaz y Podemos

Pedro Sánchez se dice a sí mismo un hombre de acción. Poco contemplativo. Y sí muy adaptativo. Su praxis gubernativa está plagada de rectificaciones que él trata de vender como signo de atrevimiento. Un líder adaptativo. Lo que haga falta y cuando haga falta. «Descansen, el próximo año apunta a que va a ser intenso», dijo el presidente del Gobierno para cerrar su balance anual . Y eso en boca de Sánchez apunta a su vocación por imprimir un ritmo que desborda a sus propios colaboradores, que se han afanado en convencer al presidente para levantar un poco el pie en esta primera semana de 2023. Pero el año que arranca estará cargado de actividad. El Gobierno y el PSOE van a buscar el foco de forma constante. El presidente va a tener mucha agenda institucional, que tendrá su punto culminante en el segundo semestre con la presidencia de turno de la Unión Europea, pero también, año electoral obliga, mucha agenda de partido. A Sánchez lo que de verdad le incomoda son aquellos temas en los que no puede tener un rol protagonista y en los que, por tanto, carece de poder para condicionar su desarrollo y desenlace. Y el camino hacia las próximas elecciones generales tiene dos elementos que no puede controlar y que lo condicionan todo: la evolución de la guerra en Ucrania y las diferencias en el espacio político a la izquierda del PSOE entre la cúpula de Podemos y Yolanda Díaz . Esa fórmula se dirimirá para los comicios de final de año. Pero apremia todavía más que se sustancien los acuerdos, que no será en todos los territorios, entre Podemos e Izquierda Unida. En esa cita con las urnas otro de los focos de tensión es el grado de implicación de la vicepresidenta segunda, que recela de volcarse en un proceso en el que no concurrirá su plataforma, Sumar. Podemos presiona para que sí lo haga. Noticia Relacionada estandar Si Díaz estudia adelantar su candidatura en Sumar para desactivar la «presión» de la izquierda Gregoria Caro Podemos no descarta la ruptura pero prioriza un «acuerdo justo» con Sumar Los socialistas ven con nerviosismo la falta de concreción de las siglas a su izquierda. En el PSOE viven en primera fila y con butacas privilegiadas las diferencias que existen en ese espacio. «Ella [Díaz] no confía en Podemos», cuenta un miembro del Consejo de Ministros. «Belarra [Ione] es en cierta forma un punto de equilibrio, pero la relación es muy frágil», relata otra integrante del Ejecutivo. Eso sí, en las filas socialistas no hay una única opinión sobre lo que está pasando. Aunque teóricamente son más cercanos al estilo de la ministra de Trabajo, dentro del Gabinete no faltan críticas para su estrategia de «ningunear» a Podemos ni para su voluntad de construir una imagen pública amable y accesible que no se compadece con un fondo político «implacable». De hecho hay algunos ministros que creen que es lógico que Pablo Iglesias y la actual cúpula de Podemos se sientan traicionados, lo que en cierta forma daría justificación a la ofensiva que el exlíder planteó ya sin ambages en las jornadas de la pasada universidad de otoño del partido morado. En el entorno de Díaz dicen no entender qué ha pretendido Podemos en las últimas semanas proyectando a Irene Montero . Recientemente el CIS ha preguntado por una eventual candidatura de Montero. ABC publicó la pasada semana los datos y arrojan un balance pésimo para la ministra de Igualdad, comparada con Díaz. No es casualidad este movimiento de José Félix Tezanos . El PSOE desea que ese incendio se apague. Un dirigente importante de la dirección federal se muestra optimista: «Creo que están más cerca de llegar a un acuerdo». Para el PSOE es fundamental, dado que las posibilidades de mantener el poder institucional pasan en buena medida porque el espacio a su izquierda no se fracture. «El problema es el socio» Desde la cúpula socialista se transmite un mensaje nítido. No quieren interferir, pero en cierta forma lo hacen, trasladando la idea de que el tiempo apremia: «La configuración de un espacio a la izquierda del PSOE que pueda mantener los gobiernos en caso de necesitar coaliciones es algo que tienen que dirimir en ese ámbito, aunque a nadie escapa que los tiempos son cada vez más justos». De forma algo más informal, dejan claro que según su análisis político y demoscópico de la situación, «el problema es el socio». En lugares como Extremadura, La Rioja, Comunidad Valenciana o Aragón todo puede depender de pocos escaños y de cómo se comporte Podemos u otras marcas de izquierda. En algunos de esos lugares el PSOE podría verse sin socio porque no logre representación. Eso va a suceder seguro en Castilla-La Mancha. Allí Emiliano García-Page podría aguantar el Gobierno. pero para ello va a necesitar repetir la mayoría absoluta. Realmente esta es la cuestión que más preocupa en Moncloa y en Ferraz. Tras el mal momento posterior a las elecciones andaluzas ven refrendado en los sondeos que el PSOE ha salido de su peor momento de la legislatura, y que por contra el PP ha empeorado los datos tan positivos que registró tras la llegada de Alberto Núñez Feijóo y la mayoría absoluta de Juanma Moreno . A día de hoy viven como un escenario positivo que «en general todos nuestros candidatos que defienden una presidencia autonómica o una alcaldía tienen buenos números». Creen que su gestión «es valorada y aspiran a mejorar resultados». Dan por hecho que el PP querrá presentar el mes de mayo como «unas elecciones en clave nacional». Pero creen, y por eso insisten en ello, que la imagen de Feijóo como activo no va a carburar en el conjunto del país como se podía esperar. El PSOE reconocía en verano que el nuevo presidente del PP «no da miedo» a muchos votantes socialistas. Todo lo hecho desde hace meses responde a intentar voltear esa realidad. Un intenso 2023 La presidencia de turno de la Unión Europea: Para Sánchez es la joya de la corona de este año 2023. Tendrá lugar en el segundo semestre. El motivo principal, no el único, por el que la posibilidad de un adelanto electoral no se quería asumir en La Moncloa. El Gobierno lo ve desde hace tiempo como el colofón a la legislatura y con el convencimiento en que se pone el foco en uno de los puntos fuertes del presidente. Embridar a ERC, del pacto al choque: Tras la concesión de los indultos y la reforma del Código Penal para suprimir el tipo delictivo de la sedición, Sánchez considera que la relación con ERC entra en una nueva fase. La Generalitat de Cataluña vuelve a insistir en el referéndum. Los socialistas lo van a seguir rechazando. ERC y PSC librarán una importante batalla en las elecciones municipales. Barcelona, la gran apuesta: En la batalla que serán las elecciones de mayo hay una que destaca sobre las demás en el mapa municipal. Sánchez e Illa han puesto sus ojos en intentar conseguir la alcaldía de Barcelona. En el resto de citas el PSOE tiene más que defender. La incertidumbre de una guerra que no acaba: La evolución de los acontecimientos alrededor de la invasión de Ucrania lo marca todo. El Gobierno ha tenido encima de la mesa incluso escenarios proyectados en los que había desabastecimiento energético en Europa. Aunque en los últimos tiempos se piensa que la situación puede cronificarse pero no escalar en gravedad. China y la mascarilla : La pandemia ha quedado atrás en casi todos los aspectos. El Gobierno sigue resistiéndose a retirar la obligatoriedad de la mascarilla en el transporte público. Su retirada se estimaba para la primavera. La oposición se malicia con que será a las puertas de las elecciones de mayo. Mientras, el fin de la política de Covid 0 en China ha hecho estallar millones de contagios en el gigante asiático. Y nuestro país ya ha recuperado, como otros, restricciones a la entrada de turistas procedentes de China. En el Palacio de La Moncloa, en la calle Ferraz y en los gobiernos socialistas a lo largo y ancho del país cunde desde la vuelta del verano la sensación de que «hay partido». Y creen que Feijóo se ha equivocado planteando las municipales y autonómicas como «una primera vuelta de las generales». No obstante, hay en el partido voces más pesimistas que creen que las elecciones de mayo solo podrá interpretarse en clave defensiva: «Difícilmente podrá venderse una victoria. Nosotros defendemos mucho más poder institucional. Se trata de salvar los muebles», reconoce un diputado. Con Andalucía, Galicia, País Vasco, Cataluña y ahora también Castilla y León fuera del calendario ordinario de las elecciones autonómicas, el PP solo pone en juego la Región de Murcia y la Comunidad de Madrid. «Hombre, si salvamos todos o casi todos los gobiernos claro que es una victoria», refuta otra parlamentaria socialista. Lo que sí cunde es la sensación de que nada es irreversible y que hay más opciones de las que se podían imaginar hace un año de reeditar el poder institucional: «Esto no es 2011. Ni se le parece», zanja un presidente autonómico. En la sala de máquinas de Ferraz apuntan a que el votante de la derecha ya está muy movilizado y que pese a eso la distancia entre los dos grandes partidos no es muy grande. Y creen que su elector todavía está por movilizar. Ucrania y Cataluña El factor de desestabilización que supone la brecha entre Podemos, Yolanda Díaz, Izquierda Unida y otras incógnitas como la de cuál será el encaje en todo eso de Íñigo Errejón es algo que preocupa a los socialistas. Porque los saca de un carril en el que consideran que sí pueden marcar la agenda. Es cierto que la evolución de la guerra, y en buena medida de la economía, está también fuera del alcance de Sánchez. Pero el Gobierno insiste en cualquier caso en que podrá seguir tomando medidas para afrontar un eventual recrudecimiento del escenario. Una de las claves por las que en el PSOE creen que este momento no se puede comparar con 2011 tiene que ver con eso. Porque la doctrina que llega de la Unión Europea no es la que regía entonces, en lo más duro de la crisis del euro. De hecho es opuesta en muchos sentidos. Contar con el plácet europeo es fundamental para Sánchez, que va a llegar a las urnas defendiendo políticas expansivas, frente a aquel José Luis Rodríguez Zapatero que arrastraba los recortes y la amenaza de la prima de riesgo y que ni siquiera pudo presentarse de candidato. Y luego está Cataluña. Sánchez prepara desde hace meses el escenario que le permita presentar la cuestión catalana como activo electoral. Un relato que en muchas zonas del país y por extensión en muchas federaciones socialistas no se compra. Mientras que en líneas generales la política económica y social del Gobierno suele ser aplaudida y opera como un elemento de cohesión interna, la cuestión catalana va en dirección contraria. Por eso, más que centrarse en defender sus medidas, que él mismo define como «arriesgadas», Sánchez está intentando perfeccionar una narrativa en la que su partido se sienta más cómodo. Empezando por comparar el momento actual y el clima social en 2017. MÁS INFORMACIÓN noticia Si El PP pondrá la economía como eje en el año electoral y combatirá el triunfalismo de Sánchez noticia Si La mano del Gobierno en RTVE: más cara, más subvencionada y con más contratistas privados noticia No Lambán denuncia que la gobernabilidad «dependa cada vez más de extremistas, radicales e independentistas» Pero va más allá. Nada cohesiona al PSOE más que criticar al PP. Y los argumentarios socialistas despliegan ya una retórica que tiende a presentar responsabilidades compartidas. Así, en esta historia todo empezó, por supuesto, con la decisión de los populares de recurrir el Estatuto al Tribunal Constitucional. Sánchez, en su última comparecencia presentó 2017 como una «enorme irresponsabilidad» del independentismo aunque a la vez atacó «la incapacidad» del anterior Gobierno para actuar. El presidente afina su relato. Pero las notas de la melodía que componen Pablo Iglesias y Yolanda Díaz todavía chirrían. Otra vez problemas para dormir, con los mismos protagonistas.

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