viernes, 30 de septiembre de 2022

Vuelta al cole, vuelta al ruedo: una tarde en El Batán

El Batán. Casa de Campo. Vísperas de la Feria de Otoño , quien quiera puede imaginarse en mitad de la dehesa y no le costará trabajo. Desfilan los alumnos de la Escuela Taurina José Cubero 'Yiyo' desde el pabellón dedicado a Marcial Lalanda a la placita, con muchos de los hierros que han pasado por el Coso de Alcalá grabados en el muro que la circunda. A las cinco de la tarde. Los torerillos no conocen, quizá, el célebre pasodoble a Marcial, «que eres el más grande, Marcial tú eres madrileño», y sin embargo hacen el paseíllo con los trastos y con la liturgia de una corrida, y saludan a sus profesores con un protocolo que ni en el entierro de Isabel II. Son sus maestros. Sus referentes. Autoridades. El descarado A uno de sus profesores, a Rafael de Julia, lo saludan agachando la testuz, dando la mano y con un rictus de hambre de gloria en la mirada. «Maestro», le llaman, y es que De Julia abrió dos puertas grandes, una de novillero, otra de cuando el escalafón. El maestro los cuadra sin hablar, y el reportero pide al más descarado, al más de Morante , al más bohemio, que diga algo. «Descarados son todos, y el más 'morantista' creo que soy yo», confiesa De Julia. Y es que en el toro, que es el Arte, debe haber un descaro contra la muerte. Rafael, en la finca del Batán, un rincón como de Extremadura, de Salamanca o de Andalucía o de Galapagar, lleva más o menos «cien alumnos», delgadillos lorquianos de cintura que lo miran con admiración marcial y afectuosa. Noticia Relacionada estandar No Los toros vuelven este martes a la Venta del Batán ABC Serán expuestas la corrida de Adolfo Martín y la novillada de Fuente Ymbro Salen en la foto con las quijadas prietas, llega El Fundi , a la sazón el director de la Escuela, y hay un silencio sepulcral que es respeto, admiración, cariño contenido... Los niños, «desde nueve a infinito tiene esta Escuela», y aun así no son ni vienen de Triana los más garbosos en la parla, sino de las Américas. Ofender el arte Christian Restrepo no tiene ni el esbozo de barba y ya sabe defender la Fiesta en la clase: «Cuidadito conmigo, que si os metéis con el toro ofendéis al Arte y la Cultura». Lo dice en sonrisas y, aunque alumno aplicado, ve en el instituto, desde el móvil, «alguna que otra novillada del Canal Sur». Con el maestro Ruiz Miguel divagando, en la narración, picardías con la sapiencia del que lleva más kilómetros que el baúl de la Piquer por las plazas de España. Atrás, según se acordó entre la Comunidad de Madrid y Las Ventas en el famoso pliego de condiciones en el que, en la presentación, Simón Casas defendió el adaptarse a los nuevos tiempos y ponerle al no aficionado la Fiesta en las narices, los aficionados, con el primer entretiempo del otoño, siguen viendo a los morlacos que se lidiarán hoy y mañana. Por no sonar, no suena ni un móvil. El morlaco en su hábitat. Más allá, en una Casa de Campo de amarillo y verde por las lluvias y la calle, Iluminado Menés, cuidador mítico de El Batán, tiene una mirada feliz a sus años. Ni siquiera hace alarde de la placa que le reconoce sus méritos y cuando se le dice que se viene a «defender la Fiesta» quiere invitar a algo. Brindis a Carrillo En la plaza en sí hay jaleo de franelas; El Fundi para, templa, manda, y habla con el reportero: «En la Universidad ya hay una rebeldía contra los que odian los toros. Esto es una maravilla. He visto fotos de la época de Manolete, y de Guerra y Lagartijo en las que apenas se veían chavales». También recuerda que cuando el PCE era el PCE y tenía sus fiestas en la Casa de Campo, «había un festival taurino» y que hasta «a Carrillo le brindaron un toro». El Fundi tiene esperanza seria en los nuevos tiempos. De ahí que no comprenda las banderías políticas en el Arte. Tarde en la Casa de Campo Sobre estas líneas, instantáneas de alumnos de la Escuela Taurina José Cubero 'Yiyo' en El Batán, así como un rincón de las instalaciones en el que reza el lema 'Llegar a ser figura del toreo es casi un milagro' Guillermo Navarro En la arena, la nieta de El Piyayo, mozo de espadas del propio Fundi, torea de salón con la muleta. Escuela castellana, sobria y sin alamares cuando el pitón de la carretilla entra al engaño. No mira al público, que lo hay en las gradas. Más allá, el reportero, como Hunter Thompson, coge los trastos, hace una media verónica, y El Fundi le pide entre bromas y veras que se apunte a la Escuela. Hay capotes donados por toreros, y en el toreo de salón al aire libre la franela, rajada de aplausos y pitos, suena hueca y litúrgica en la Casa de Campo. Dicen que los más parecido a una manoletina es ir descalzo, y que después van las zapatillas de 'running'. Por las que el albero va al hipotálamo por «ósmosis», que es 'palabro' que usa El Fundi y tiene razón. Hace otoño en El Batán. Frío. En una nave como industrial que es llamada, ya se ha dicho, «Marcial Lalanda», destaca una pizarra machadiana con un redondel de tiza. La teoría y la montera.

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