domingo, 25 de septiembre de 2022

Apoteósica tarde de toros, con llenazo, ocho orejas y hasta un rabo en 'La Caprichosa'

Llenazo de 'No hay billetes' en 'La Caprichosa' por un cartel de relumbrón, con tres figuras del toreo que congregaron a más de 6.000 personas en los tendidos. El acierto de traer a los mejores a Talavera no es casualidad; es el esfuerzo de un empresario talaverano, Antonio Rubio, que en apenas unos años ha vuelto a recuperar el esplendor que ha tenido siempre este coso. Loca y apasionada, así acabó la gente, sacando en volandas a El Juli, José Manzanares y Tomás Rufo, que se fueron camino de los jardines del Prado repartiéndose ocho orejas y un rabo. El Juli , en su último paseíllo de la temporada, sorteó dos buenos animales de Juan Pedro Domecq, haciendo dos variadas faenas. Se trata de un torero que ha colmado su vida de éxitos en todas las plazas. Con suavidad recibió al castaño primero, que se empleó con raza en el caballo y que brindó a Pablo Lozano (acaba de perder a su esposa). Con pulso y temple lo llevó por ambos pitones, conectando enseguida con el graderío. Un final entregado y de pasión le valió, pese a un pinchazo, para cortar una oreja. El cuarto, 'Saltamontes', fue un toro de preciosa estampa que hizo una brava pelea en el caballo. El Juli lo cuidó para luego exprimirle todo lo que llevaba dentro. Hubo tandas de derechazos con poder por bajo, con el hocico del animal besando la arena. Mientras, al natural se encajó y pulseó al astado, logrando una faena histórica que se recordará en los anales de 'La Caprichosa'. Un gran toro para el que algunos espectadores pidieron el indulto y que, tras pasaportar El Juli de manera impresionante, fue premiado con la vuelta al ruedo. El torero a su vez se llevó las dos orejas y rabo. Manzanares destapó el tarro de las esencias en su primer toro, meciendo el capote al ralentí por verónicas y rematando de manera vistosa con una revolera. Con el compás abierto y con suavidad en sus muñecas, dio un recital de toreo fino. El público talaverano se emocionó con una faena que Manzanares rubricó al enterrar el acero en la suerte de recibir, cortando las dos orejas. El burraco quinto no le dejó otra opción que bregar con él. Eso sí, asentando los talones en la arena e intentando realizar el toreo puro. Cuando Rufo se abrió de capa y se hincó de rodillas para recibir al tercero con una larga cambiada, la plaza tronó ante la vuelta de su torero, que demostró gusto con la capa y remató con una media verónica cual cartel de toros. Genuflexo comenzó el trasteo fundamental y, una vez incorporado, llevó cosido a sus telas los pitones del bravo jabonero. La complicidad del torero y los tendidos fue a más, apretando el espada por bajo, tanto por naturales como por derechazos. Con un triunfo sonado en las manos, el fallo con los aceros dejó el premio en un trofeo. Sabedor Tomás de que la llave de la puerta grande estaba en sus manos, salió a por todas en el último. Entregado de capa, cogió la muleta con ganas de triunfar, pero la condición del burel le hizo que se tuviera que pegar un serio arrimón, rubricado con un espadazo en todo lo alto que le valió para cortar el doble trofeo.

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