domingo, 25 de septiembre de 2022

Todas las «marionetas» de Villarejo

«Cualquiera que conozca a mi marido sabe que yo no decidía». Son palabras de Gemma Alcalá, la mujer de José Manuel Villarejo, pero bien podrían ser de su hijo José Manuel, del abogado de sus empresas, Rafael Redondo; o del también letrado en el grupo David Macías. Ellos son la parte del núcleo duro del comisario que ha acabado en el banquillo en el primer test de estrés al que se somete la macrocausa contra Villarejo en la Audiencia Nacional. Casi un año después de empezar el juicio, sus dos familiares, como los trabajadores, buscan la absolución en lo alargada de su sombra . Villarejo como «jefe todopoderoso» y su gente, simples «marionetas». No es que le hayan abandonado. El propio Villarejo abrió el paraguas cuando hace ya varios meses, fue su turno de dejarse interrogar y se atribuyó «toda la responsabilidad» en todas y cada una de las decisiones adoptadas en sus empresas. Si algo quedó claro esta última semana de conclusiones es que los acusados de su entorno, entonces, como ahora, se han cobijado bajo él. Destaca la esposa, cuya actuación, en palabras de su abogado, es «inocua, irrelevante y carente de reproche penal». Tenía firma en Cenyt, aparece en el endosado de los cheques que giró un cliente, aunque el letrado incidió en que no se ha probado la autoría. Figura también una llamada y el alegato fue sobre la «duda más que razonable de que la grabación se hubiera podido alterar». Por último, sus iniciales en un documento que el resto lee con otro significado. Noticia Relacionada estandar No La defensa de Redondo le baja del 'tándem': Villarejo era su «jefe supremo» y él, «sólo un empleado» Isabel Vega Rebate el delito de cohecho porque los encargos los hizo el comisario como empresario, no como policía Que la Fiscalía Anticorrupción pasara de pedir 83 años de cárcel al inicio del juicio a instar al final que la pena sean cinco, ha dado alas a su abogado, Sergio Nuño Díaz de la Lastra, para clamar ante el tribunal que ella está sentada en el banquillo por ser quien es: «La acusación responde más a la intención de alterar vida personal y familiar que a los criterios de legalidad». En cuanto al primogénito de Villarejo, consta su presencia en una reunión, pero insiste en que fue «entrar, enchufar un cable y salir». Un apaño necesario porque su padre no se defendía con lo tecnológico. Hubo medias sonrisas en la Sala cuando lo declaró. A nadie se le olvida el arsenal de grabaciones de Villarejo. En cualquier caso, y como ocurre con Alcalá, relaciona la acusación por lo que tacha de «participación neutral e inocua» en uno de los tres proyectos que se están juzgando con su condición de hijo. «Empleados de» Mención aparte, Rafael Redondo, que llevaba el despacho de abogados del grupo Cenyt. Su letrado, Antonio Tapia, resumió que para «cazar al elefante» Villarejo «prende fuego a todo el bosque». Una «mancha de aceite» alrededor del comisario. Incidió en que Redondo, señalado por la Fiscalía como «socio», no era más que el «empleado» que le seguía a las reuniones para «reírle las gracias». Su baza para ilustrarlo, un patrimonio «modesto». Suma el eco de la propia declaración de Villarejo, que redujo a Redondo a «un mandado», el «archivero», diría él después, que «no se lee todo lo que guarda». En esta línea, David Macías, abogado en el bufete que lideraba Redondo y que puso el acento en que siendo un asalariado «de 1.500 euros al mes» su abultada petición de condena lleva una multa similar a la que se pide al propio Villarejo. Fue él quien habló de «tontos útiles», «peones» y «marionetas» del comisario que acaban en el banquillo sin haber tenido poder de decisión. Están ya así todas las cartas sobre la mesa, a falta de que la defensa del comisario, a partir de hoy, muestre las suyas. Mañana se espera que sea él quien tome la palabra. Queda por ver si en su afán por poner el ventilador, se acuerda del paraguas para los suyos, y luego será el tribunal quien decidirá si es suficiente: en su propia salvación va la del resto, pero con su caída no está tan claro. Anticorrupción, además, investiga si este núcleo del comisario conforma con él una organización criminal. La sentencia, en esto, sí será una mancha de aceite. Se extenderá sobre toda la causa.

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