viernes, 23 de septiembre de 2022

La última gran lección del maestro Roger Federer

PESTAÑA despedida-federer-nadal-dobles-laver Crónica 4 Comprobó que estaba todo listo, cerró las cremalleras y se cargó la bolsa y el raquetero a los hombros. La rutina de siempre. Por última vez. Se había preparado para este día desde que admitiera que no podía volver a alcanzar la excelencia, el único nivel aceptable para él, pero no parecía fácil ser Roger Federer ayer. Estaba nervioso, lo admitía él en el viaje que compartió por redes sociales hacia el O2 Arena de Londres. Era su adiós, anunciado hace una semana y elegido el punto final con un partido de dobles con Rafael Nadal, su mejor rival, su mejor amigo. Pero no era tanto por eso por lo que el suizo estaba nervioso sino por no saber si sería lo suficientemente competitivo en este último partido de su carrera. El de Basilea, admitía, no ha jugado mucho en los últimos tiempos y la rodilla no le ha dejado ni disputar un partido individual en esta Laver Cup histórica. Para muchos, el partido era lo de menos, más allá de que sea una derrota que para nada empaña un final perfecto para Federer. Se retira un mito, se acaba una era, se extingue un tenis . Pero por esto es Roger Federer, a él sí le importaba su última actuación, su último golpe, su última lección de maestro. Se produce 25 años después de que sumara el primer punto ATP. Un cuarto de siglo desde que irrumpió de golpe de blanco, en Wimbledon, en un duelo que significó el cambio de guardia con el rey Pete Sampras. Pelo largo recogido en una coleta, estiloso, respetuoso, emocional, dueño de un tenis que encarnaba el relevo generacional, un estilo único, tiránico buena parte de sus inicios, y que convirtió en un arte con los años. El adiós es un fundido a negro, color que caracteriza este torneo que él levantó hace cinco años, con ese guion perfecto a la altura de un tenista que elevó este deporte al nivel de la perfección . A su manera, con jueces de línea, el juez de silla más reconocible, el sueco Mohamed Lahyani, y hasta Stefan Edberg para lanzar la moneda. Hubo aplausos para todos los integrantes de ambos equipos, pero nada comparado con la ovación que acompañó a Federer, el último en salir a una pista que -buena entrada cuando salió el cartel, sin billetes cuando anunció su despedida- se puso entera en pie, como los vellos de la piel, y aplaudió con las manos y el corazón, lo único que se puede hacer para agradecer todo lo que el suizo ha regalado. Él, sonrisa a medias, devolvió tímidamente el aplauso, todo lo Federer posible y un poco más. Noticia Relacionada Tenis / La despedida de ROGER FEDERER estandar Si El reinventor del tenis Laura Marta Más allá de títulos y récords, Federer creó una forma de jugar irrepetible, única e inimitable que trascendió las pistas. La elegancia dentro y fuera. Un bailarín.   «Era importante pasar por esto porque tenía muchísimo que agradecer a la gente, a los aficionados, que han sido la columna vertebral en mi carrera. He sentido que jugaba en casa en todas las pistas del mundo. Y es algo único y de lo que estoy muy agradecido. Quería tener la oportunidad de celebrarlo bien, no anunciarlo y desaparecer como un fantasma. Sino tener tiempo con el equipo, con la familia del tenis», se expresaba de palabra el día previo. Antes de su último partido, y mientras el banquillo del equipo Europa celebraba la victoria de Ruud ante Sock y la de Tsitsipas ante Schwartzman, y animaban a Murray tras perder con De Miñaur, al suizo se le vio algo ausente. Poco dado a expresar las emociones, ayer solo lo delataba esa risa nerviosa de quien está viviendo un día extraordinario. Para él y el resto del planeta. Una vez sentado en el banco, más sonrisas nerviosas del suizo. Soltó la mano y los brazos, despejándose la tensión, mientras se acercaba a la red. Quizá se imaginaba cómo sería su último partido, pero la grada le expresó todo lo que significa para el mundo en cada pelota que tocó. Si los partidos del suizo se podían seguir por el número de 'oes' que dedicaba el público ante cada genialidad, aquí la medida eran los decibelios de gritos, aplausos y 'Let's go, Roger, let's go' (Vamos, Roger, vamos). Deja un vacío imposible de llenar y deja su legado. No estaba al nivel de siempre, el excelente, pero aun mermado en los movimientos, es Federer. Su mano está construida de tenis, su mano ideó un tenis . Con mayor peso del encuentro en la zurda de Nadal, el suizo ofreció la última muestra de un tenis que desaparece con él, en su primer partido desde Wimbledon 2021, con esa batuta que tiene por raqueta: muñeca firme pero sensible para cambiar la dirección de la pelota a su antojo, revés exquisito que lo mismo lleva veneno por la altura que es letal por la velocidad, reflejos innatos en el juego de red, saques ilegibles para Sock y Tiafoe, puntazos marca de la casa, lamentos en los fallos. Conexión y bromas con el balear, que lo había definido así: «Si hablamos de perfección, es él». Por si tuviera poco repertorio de trucos mágicos, añadió otro en su despedida: un drive que pasó por un agujero entre la red y el palo que la soporta. Risas, incredulidad, Federer. En esta despedida perfecta ya había regalado dos imágenes para la historia de este deporte que hoy ya no es el mismo que ayer. Murray, Djokovic, Nadal y Federer entrenándose en la misma pista a la vez, 66 Grand Slams peloteando como si el tenis solo fuera un juego. Y un entrenamiento inédito y este dobles histórico con Nadal, como si estuvieran en el recreo. Y regaló una tercera: sus lágrimas de agradecimiento a este deporte que reinventó , ante una grada rendida a su clase y a todo lo que significa RF.. Homenajeado a través de un vídeo. Rodeado de la admiración y el respeto de los más grandes del pasado, presente y futuro: Rod Laver (11 Grand Slams), John McEnroe (7), Bjorn Borg (11), Andy Murray (3), Novak Djokovic (21), él mismo (20), un emocionado Nadal (22), Thomas Enqvist, Zverev... Y acompañado de sus padres, su mujer y sus cuatro hijos. «Estoy contento, no triste. Me ha encantado llevar zapatillas otra vez. Ha sido maravilloso este partido. He disfrutado muchísimo del viaje, lo volvería a hacer. Muchas gracias», confesó. Destrozó a sus rivales en la pista, ha compartido alegría con ellos estos días en Londres. Se lo ha pasado bien en su carrera y más esta semana, compartiendo lo que sucedió tras bambalinas: agradecimientos, paseos, autofotos, tenis de mesa. Emociones, cariño, bromas y risas con todos. Otra muestra de su grandeza. Hay números, victorias y títulos para medir una parte de Roger Federer; el respeto y la admiración que ha recibido del mundo del deporte completa otra. Falta la que se puede medir ni explicar: los sentimientos y las lágrimas en el O2, en el planeta tenis, en el planeta deporte. Y aun así, no alcanza. Hoy empieza otro deporte, el tenis pos-Federer.

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