Entraba por fin al agua el K4 español. Después de años de preparación y de meses cargados de tensión por las acusaciones de amaño en el selectivo, por fin, el agua. La competición. Los Juegos. Este viernes era la jornada elegida para saber si el cuarteto elegido era el idóneo y si, de verdad, esa piragua volaba como decían los test y como pareció en la pasada Copa del Mundo. España formaba parte de la segunda serie, en la que había dos puestos para semifinales. Salto cualitativo que permitía guardar fuerzas a la espera de la jornada de mañana. Acababan de ganar la suya los alemanes, el rival principal por el oro, y tocaba también exhibir fuerzas. Salió bien España, lo que después de tanto trabajo en esa parcela, es un alivio. Enganchó pronto el ritmo de crucero, impulsada la piragua con dos motores llamados Walz y Arévalo. Por delante, el único sin gafas de sol (ni eso le hace falta) el marca Craviotto acompasaba el ritmo, y cerrando el barco lo estabilizaba Rodrigo Germade. Trabajo de equipo. Pasó España ya primera por el ecuador de la prueba. Iba líder, destacada, lo que permitió darse un respiro hacia el final de la prueba. Tranquilidad antes de la tormenta que llegará mañana con las semifinales y la final. El tiempo, magnífico (1:21.658) fue el mejor de todos, seguido por el de Alemania y Eslovaquia. Una señal que sitúa al K4 en la senda del oro, el sueño de estos cinco años.De Deportes https://ift.tt/2TY5tNX
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