El torneo olímpico alcanza su culmen y, al fin, en su último suspiro, regala al espectador el primer partido de élite de una ronda eliminatoria emocionante pero deficitaria en cuanto a calidad. España y Brasil llegan a la lucha por el oro (sábado, 13:00 horas) arrastrados por la inercia derivada de sus grandes plantillas -las dos mejores de la competición-, pero con el susto en el cuerpo, jugar al fútbol al trantrán contra selecciones menores ha estado a punto de costarles caro. El camino hacia Yokohama de los de Luis de la Fuente, con prórrogas de infarto frente a Costa de Marfil y Japón, ya lo conocen: las transiciones lentas, la falta de gol o la defensa dubitativa, al final, han sido opacadas por la determinación mostrada en los momentos decisivos, cuando se bate el cobre, cuando la calidad diferencia. Casualidad o no, Brasil ha seguido una trayectoria similar en el torneo olímpico. Pecó de posesiones planas, erró multitud de oportunidades y sufrió atrás. Pero, finalmente, como era natural, ha alcanzado la final a duras penas y está a una victoria de revalidar el oro de 2016. Se acabaron las especulaciones: es la víspera del momento decisivo, de la final olímpica y, por primera vez en el torneo, ambas selecciones deberán desplegar todo su fútbol para colgarse la presea dorada y entrar en la historia de sus países. Armas brasileñas Como toda selección brasileña en la última década, los de André Jardine se caracterizan por ser un equipo compacto, ordenado y poco vistoso; como todos, siguen la inexorable deriva del fútbol moderno. En Brasil, hace tiempo que el regate dejó de ser una prioridad y esta selección olímpica, exceptuado por leves matices adolescentes, es un reflejo de tal sobriedad. Su núcleo defensivo está comandado por un Dani Alves sin el físico de antaño, pero sí con el corazón de siempre. A sus 38 años, el ex del Barcelona, y capitán de esta bisoña selección, dirige a su equipo desde el flanco derecho. En el centro de la zaga destaca el nombre de Diego Carlos, pero en el verde se le intuye incómodo, sin su exuberancia física de temporadas pretéritas es un manojo de dudas. El central sevillista hace pareja con el joven Nino, que, junto al guardameta Santos, son los principales protagonistas de la inseguridad defensiva brasileña. La línea de cuatro la completa el más que correcto lateral zurdo Guilherme Arana. No obstante, y pese a la importancia del aspecto defensivo, lo más destacable del equipo sudamericano sucede con el balón gracias, principalmente, a su doble pivote. Douglas Luiz (Aston Villa) y Bruno Guimaraes (Lyon) han sido, hasta el momento, la medular más fructífera del campeonato. Son dos mediocentros con visión, temple y técnica. Dos brújulas que guían a la Brasil olímpica, dos futbolistas clave en el entramado de Jardine. Si ambos están cómodos, si tienen tiempo para recibir, dar la vuelta y conectar con los mediapuntas, España tendrá un problema. Arriba, la línea ofensiva de la vigente campeona olímpica es una salvaje mezcla de talento, juventud y precipitación. Pese a los 5 goles de Richarlison (máximo goleador del torneo) y los buenos partidos de Matheus Cunha como ariete titular (no estuvo ante México por problemas musculares, pero jugará ante la selección española), a Brasil le ha costado horrores materializar ocasiones de gol en cuartos y en semifinales. Solo suma un tanto en los dos encuentros que ha disputado en la ronda eliminatoria (Cunha ante Egipto). Reuters La pura inexperiencia, y, en parte, la alegría, del ataque brasileño llega con jugadores como Claudinho, Antony o Paulinho; tipos jovencísimos que merodean a sus anchas el área rival y uno no sabe muy bien si son delanteros, extremos o mediapuntas. Encaran, lo intentan, fallan; pero su desparpajo denota que sus botas guardan grandes tardes de fútbol para el futuro. En la recámara aguardan Malcom y el madridista Reinier, jugadores de la misma estirpe que los mencionados previamente, que tendrán un hueco en el once cuando el encuentro madure. El camino hasta Yokohama Al contrario que España, la selección brasileña comenzó el torneo olímpico en plena forma. En la primera jornada le hizo cuatro goles a una favorita como Alemania, empató a cero contra una buena Costa de Marfil y certificó su dominio en el grupo D superando sin problemas a Arabia Saudí. Los problemas surgieron en los cuartos de final. Pitó el árbitro el inicio del partido ante Egipto y comenzó el fútbol espeso y contemplativo, como el que juega con algo que perder. Cunha salvó el encuentro de cuartos y los errores de México en la tanda de penaltis, el de semifinales. Sea como fuere, Brasil está a un paso de rememorar el oro de Río 2016 y sólo España puede evitarlo.
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jueves, 5 de agosto de 2021
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» Así es la selección brasileña, el último escollo de élite en el camino hacia el oro
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