Fue un deseo personal de María Josefa Alonso Pimentel, duquesa de Osuna, que ansiaba poseer una finca de recreo para convertirla en punto de encuentro de la alta sociedad madrileña y de los intelectuales del siglo XVIII. Esa ambición comenzó a materializarse en 1783 en La Alameda, un espacio de 14 hectáreas que pronto cambió de nombre para tomar el que mantiene hoy en día: parque de El Capricho. Ese capricho de la aristócrata pronto se convirtió en una de las zonas verdes más importante de Madrid, pero cayó en declive tras la muerte de su creadora y hasta que el ayuntamiento se hizo cargo, en 1974. Pese a esto, no todas las zonas corrieron la misma suerte: mientras los... Ver Más
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