miércoles, 27 de abril de 2022

La noche negra de Gerónimo Rulli en Anfield

El ‘You’ll never walk alone’ retumbaba por encima del himno de la Champions porque era una noche especial en Anfield, un lugar histórico que, como el Bernabéu, juega un papel capital cuando su equipo se juega los cuartos en Europa. Pero entre el infierno local, un reducto no menos ruidoso de 3.000 hinchas del Villarreal tiñeron de amarillo el lateral izquierdo del fondo enfrentado a ‘The Kop’. Los del pequeño pueblo de Castellón no estaban solos; es más, el club había abonado el 50% del importe del viaje a su afición. El partido comenzó y ni un alma se sentó en su butaca. En el centenario estadio del Liverpool, el fútbol se vive como antaño: de pie, siendo la grada un elemento más del juego. Entretanto, como en los primeros compases de la gesta de Múnich, el miedo escénico parecía invadir la psique de los de Emery; un elemento que el capitán, el gran defensa tardío Raúl Albiol, trató de paliar desde el inicio. Así, en el segundo 28, el valenciano fue al cruce y dedicó un duro pelotazo a la tribuna. El Villarreal debía sobrevivir desde la cordura y la confianza. Pero el Liverpool atacaba en oleadas, las ocasiones sobre la meta del inestable Gerónimo Rulli eran manifiestas y el 1-0 parecía una consecuencia más que lógica, pero inexplicablemente, los españoles aguantaban en el alambre. Sin embargo, a la vuelta de vestuarios, un vendaval llamado Liverpool no tardó en escribir en el marcador la superioridad mostrada en el verde: en el minuto 53, un centro de Henderson se topó con la pierna izquierda de Estupiñán, el balón puso rumbo a la portería donde un descolocado Rulli solo pudo rozarla. 1-0. El gol relajó a Klopp, ese hombre que esconde sus malas pulgas en una perenne e inmensa sonrisa, y rebotó aún más a un Emery que veía como su idea de partido, similar a la que le hizo triunfar en Alemania, era solo una ilusión. Los cambios se sucedían en el cuadro visitante, pero la reacción era inexistente ante una máquina perfecta dirigida por el afán de su público, mientras que Villarreal vagaba en una incómoda mundanidad. Asimismo, mientras los que vestían de rojo sacudían el área visitante, Rulli continuaba dudando, despejando al centro, saliendo a destiempo y errando en el juego de pies. El argentino, importante en otras noches europeas de gloria, vivía un calvario. Y en el segundo tanto, que llegó un minuto después del primero, el meta no pudo hacer nada cuando Mané aprovechó las dudas de Pau para batirle fácilmente en el mano a mano. Tras el pitido final, acabado el martirio, llegó el momento de la reflexión. Aún en el césped, el primero en hablar fue Torres, que reconoció que no pudieron «aguantar». «Pero estamos vivos y en La Cerámica somos fuertes, ya lo demostramos frente al Bayern». En el mismo sentido al vilarrealense, Lo Celso apuntó: «el Liverpool presiona mucho, va al ritmo de su gente. Aunque nosotros sabemos que aún quedan 90 minutos en con nuestra gente». Por otra parte, un calmado Emery reconoció: «Sabemos que son mejores, pero también sabemos que podemos hacerles daño en la vuelta». El idilio del Villarreal en Champions parece haber terminado en Anfield, pero nunca entierren a un equipo que ya no tiene nada que perder.

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