La luz cenital baña las paredes desconchadas, los cristales sucios y los revestimientos color crema de la fábrica donde en los años 60 se embotellaba leche pasteurizada a 5 pesetas el litro. Un icono de la arquitectura industrial del siglo XX que en la década de los 90 acogía visitas escolares para maravillar a los niños con la elaboración de yogures bajo sus altas bóvedas. Una nave vacía desde mediados de 2011, cuando la empresa burgalesa Compañía Centrales Lecheras Españolas S.A. (CLESA) paralizó su actividad y sentenció la factoría al abandono. Después de un largo camino de planes que mutan y se desechan, el espacio se consagrará a la ciencia. El proyecto de rehabilitación se llama Val-Verde, como el barrio madrileño, en el distrito de Fuencarral-El Pardo, donde se levantó la fábrica proyectada por el arquitecto Alejandro de la Sota, junto al ingeniero Manuel Ramos, allá por 1962. Kadans Science Partner, una promotora multinacional que desarrolla parques científicos en Europa, invertirá 30 millones de euros para que, en enero de 2024, las viejas instalaciones de Clesa renazcan como un centro de innovación e investigación. La nueva nave fusionará ciencia y cultura: 10.600 metros cuadrados (el 66% del total) para laboratorios y oficinas, 3.230 metros cuadrados de espacio cultural, dos auditorios para 500 personas, 800 metros cuadrados de 'coworking' y una cafetería. Planes público-privados «Les puedo asegurar que este edificio ya es de titularidad municipal», celebró este miércoles el concejal delegado del Área de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes, durante la presentación del proyecto ganador del concurso Reinventing Cities, que busca recuperar ubicaciones degradadas de las urbes. A la frase siguió un breve aplauso, entre los grafitis que lucen al lado de los carteles que hace años se dirigían a los empleados de las líneas de producción: «Mantén limpio tu puesto de trabajo». El exterior de la factoría, este miércoles, en el barrio de Valverde - JAIME GARCÍA El edificio antes propiedad de Metrovacesa estuvo a punto de ser demolido, en 2014, pero el Ayuntamiento de Madrid paralizó los planes para dotarlo de protección urbanística. El consistorio trabaja ahora en los trámites para la «cesión indefinida» de la gestión de la fábrica, según explicó Fuentes, además de la licencia de las obras que arrancarán previsiblemente en enero de 2023 y culminarán un año más tarde. La remodelación de la nave está en manos del estudio del arquitecto Carlos Rubio, que ha levantado figuras emblemáticas del paisaje madrileño como la torre PwC y Madrid Río. La vida interior correrá a cargo de Kadans Science Partner, gestor de una veintena de lugares similares, entre ellos, el centro médico Sycamore House de Walsall, al norte de Birmingham (Reino Unido), y la comunidad de biotecnología Accelerator, en el parque científico de Utrecht (Países Bajos); de Ale Estudio, que capitaneará actividades para fomentar las vocaciones CTIM —ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas— y de La Fábrica, que se centrará en la burbuja cultural. Tras más de una década olvidada, la fábrica de Clesa pretende reconvertirse en «un nuevo nodo de conocimiento sanitario», como dijo Fuentes, en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid y dentro del eje que forman los hospitales próximos de Ramón y Cajal, La Paz y el Ruber Internacional. La nave concebirá sinergias y actividades dinámicas de investigación y emprendimiento; también estará abierta a los vecinos del barrio, a través de su centro cultural de divulgación científica. Así lo definió el representante de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología en el evento, Luis Quevedo: «Este proyecto es una declaración de amor de Madrid a la ciencia».
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