martes, 29 de marzo de 2022

Inocencio Arias: «No es fácil acercarse a Argelia si considera que la has traicionado»

Inocencio Arias (Albox, Almería, 1940) accedió a la carrera diplomática en 1967 y fue secretario de Estado de Cooperación (viceministro), subsecretario de Asuntos Exteriores, embajador de España ante ONU (julio de 1997-diciembre de 2004) y portavoz del Ministerio de Exteriores con la UCD, PSOE y PP. Jubilado desde 2010, es el embajador más mediático de nuestra democracia. Ha publicado cinco libros. En el último –«Mi querida España» (Plaza & Janés)– repasa los desafíos de España, tan de actualidad por los últimos acontecimientos... ¿Qué opina sobre el cambio de postura por parte de España respecto al Sahara Occidental? Es un cambio sorprendente y poco glorioso. El giro radical se hace en contra de lo que reiteradamente defiende la ONU. Además, choca con el consenso de nuestra política exterior desde hace 47 años. Y, aunque esto sea menos importante, choca también con las solemnes promesas del partido socialista, que ha proclamado que los saharauis deberían decir si quieren ser independientes o unirse a Marruecos. Hay dos hechos graves aquí. El primero es esa desviación de los principios sostenidos por todos los partidos españoles. El segundo es que si nos ponemos cínicos y egoístas para cambiar de chaqueta es porque España ha conseguido algo muy importante a cambio. ¿Que hemos conseguido? No lo sabemos y cuando lo veamos serán cosas sin excesiva importancia envueltas en promesas vagas. Me temo que hemos vendido a los saharauis por un plato de lentejas como en la Biblia. Algo que le viene bien a Sánchez –que los marroquíes, por ejemplo, no monten invasiones cuando él quiere lucirse en la Cumbre de la OTAN en Madrid– pero que para España no significará mucho. Días después de este cambio de postura, Argelia llamó a consultas a su embajador en Madrid. ¿Qué tiene que hacer ahora España para acercarse a Argelia? No es fácil acercarse a Argelia cuando ellos consideran que los has traicionado. Una vez soltada la bomba del Sahara no puedes rebobinar y, en un momento en que a Argelia le sobran los clientes ávidos de comprar su gas, no puedes engatusarlos diciendo que estás dispuesto a comprarles más. Son los vendedores los que ahora tienen la sartén por el mango. Argelia ahora dará más gas a Italia o a la gente de Marte y cuando haya que renovar el acuerdo del gas nos subirán lógicamente los precios. España siempre se encuentra en un difícil equilibrio entre Argelia y Marruecos. ¿Cómo debe actuar de cara a mantener unas buenas relaciones con ambos países? Hemos roto el equilibrio. España se movía en una posición en la que sin capitanear la causa de la independencia del Sahara manteníamos que nosotros seguíamos lo que pidiera Naciones Unidas, que hasta ahora significa que los saharauis escojan ellos su futuro. Ahora, de pronto, nos inclinamos porque se incorporen a Marruecos sin consultarlos. El giro habrá causado un cabreo monumental a los argelinos, que se sienten traicionados. Nuestro equilibrio es complicado. Para Marruecos, el Sahara es una reivindicación sagrada, no hay tema que les interese más en política exterior. Esto es lo que habrá llevado al giro de Sánchez. Aunque me da la impresión de que, sabiendo que es un objeto muy apreciado en Rabat, lo ha vendido por tres perras. Los argelinos también consideran el asunto vital, quieren que el Sahara sea todo menos marroquí. Incluso que se hunda en el océano. «La responsabilidad del caso Gali es totalmente de Sánchez. Los marroquíes lo saben» ¿Cuánto tiempo podría alargarse ahora la crisis con Argelia? Argelia es la que está considerando las represalias que toma. Es la agraviada y ve que Donald Trump y Pedro Sánchez le han dado un premio gordo a su enemigo exterior desde la independencia. No tienen relaciones diplomáticas. ¿Cree que se han atribuido bien las responsabilidades sobre la entrada ilegal de Brahim Gali en España hace un año? Se ha ocultado echándole la caca a la ministra Arancha González Laya, pero la responsabilidad del caso Gali es totalmente de Sánchez. Es absolutamente inconcebible que un ministro de Asuntos Exteriores, a no ser que esté borracho, decida traer a escondidas al líder del Frente Polisario sin contar con Moncloa. Imposible. La decisión la tomó Sánchez y los marroquíes lo saben. Por eso Sánchez trata ahora de hacerse perdonar. ¿Además del gas, en qué otros aspectos podría perjudicar a España el alejamiento de Argelia? Imagino que nuestras empresas no van a ser favorecidas en el futuro próximo en la adjudicación de contratos, en ventas... Argelia es mal enemigo. Por el tema del Sahara ya nos montó el fantasma de la independencia de las islas Canarias en los años setenta. Una estupidez pero que absorbió el trabajo de nuestra diplomacia de la época y causó quebraderos de cabeza al buen ministro Marcelino Oreja, que hizo varias giras africanas para deshacer las patrañas que habían cocinado los argelinos. Durante la crisis con Marruecos, el ministro Albares utilizó el término de diplomacia discreta para reconducir las relaciones. ¿Es tiempo ahora de una diplomacia discreta con Argelia? ¿No es la diplomacia ya en sí discreta? Albares tiene que poner al mal tiempo buena cara y soltar tópicos buenistas. Es una seña de identidad del sanchismo. Efectivamente la diplomacia es discreta, tanto que el propio ministro confiesa que la carta de Sánchez al Rey de Marruecos –toscamente redactada por mal traducida– no pasó por Exteriores. Algo insólito. «Ahora mismo no podemos luchar con Ucrania. Significaría una espantosa guerra nuclear» Sobre la guerra en Ucrania también se habló de que era el tiempo de la diplomacia, pero ahora el escenario es otro. Putin cameleaba con la diplomacia. Él sabía que iba a atacar y formulaba propuestas que colocaban a Ucrania en una situación de vasallo medieval. Lo curioso es que Europa, bañándose en el gas ruso, no quería ver que Putin iba a atacar salvajemente por poca resistencia que encontrara. Putin no tiene escrúpulos y en el tema de Ucrania menos aún. Él considera, y en esto no engaña, que Ucrania no es ni puede ser un país. Que es rusa y como gran concesión que puede ser un país pero totalmente sometido a lo que quiera el Kremlin. ¿Es suficiente el papel de la OTAN en este conflicto? Podríamos haber armado mejor a los ucranianos detectando las aviesas intenciones de Putin. Pero la ceguera europea fue total. Recordemos que la señora Merkel —al anunciar el cierre de las centrales nucleares, inmenso error—, aumentó la dependencia energética del imperialista Putin. Era delicado darles aviones antes de que empezara la guerra, pero ahora vemos que era una buena solución. Putin devastará Ucrania antes que parar. A no ser que las cifras rusas sean descomunales, que se multipliquen por cinco. ¿Las sanciones cuánto van a durar? No le preocupan excesivamente. Ahora mismo no podemos luchar con Ucrania. Significaría una espantosa guerra nuclear. Se habla de un conflicto a nivel mundial, ¿lo cree posible? No creo en un conflicto abierto mundial. La posesión de la bomba nuclear es un disuasorio para la OTAN y para Putin. Los dos acabarían machacados y nadie quiere ese riesgo. Hasta Putin, que es un facineroso en el campo internacional, sabe que debe contenerse aunque fanfarronee de vez en cuando con el tema nuclear. ¿Podremos estar tranquilos en algún momento? Tranquilos del todo, no. Descarto lo nuclear pero no podemos desechar que Putin, en función de cómo termine la agresión a Ucrania, dé otro zarpazo en el futuro próximo. ¿Qué pasa si le da dentera incluso que Ucrania sea admitida sin misiles en la Unión Europea? ¿Permitiremos que también lo vete porque una Ucrania democrática camino de la prosperidad es un mal ejemplo para los rusos, que pueden entonces superar su ceguera y su acojonamiento? A Putin las sanciones no lo frenan. Para nada. Solo se parará si los ucranianos le ofrecen mil soldados rusos muertos cada día.

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