miércoles, 30 de marzo de 2022

La guerra de Ucrania elimina al equipo ruso del ciclismo

Putin invadió Ucrania y las empresas rusas que operan fuera de su país como patrocinadores del deporte se echaron a temblar. Gazprom, Aeroflot, Uralkali, VTB o Kaspersky dejaron de ser multinacionales globales de potente implantación para quedar reducidas al mundo interior que pretende Putin. El presidente ruso, que se ha valido del deporte como una eficaz herramienta de influencia exterior, asiste ahora al desmoronamiento de equipos, entidades y deportistas que se quedan sin trabajo. La guerra de Ucrania fulminó al peor piloto de la parrilla de Fórmula 1, Nikita Mazepin, hijo de uno de los oligarcas más cercanos a Putin que consiguió un volante en Haas a través del soporte financiero de la empresa de fertilizantes Uralkali. Ahora el ciclismo asiste a la desaparición del Gazprom Rusvelo, equipo de la segunda división sin gran pedigrí en el pelotón, pero que suprime la tradición rusa en el ciclismo. Rusia es un país telonero en la historia del ciclismo. Su influencia es mayor en el velódromo, desde donde proyectó a algunos corredores muy potentes en la antigua escuela soviética de la URSS y que hoy son ciudadanos de naciones libres, como el moldavo Andrei Tchmil, quien ganó tres de los cinco ‘monumentos’: la París-Roubaix, el Tour de Flandes y la Milán-San Remo. El rubio Eugeni Berzin fue uno de los pocos ciclistas que se dio el gustazo de derrotar a Miguel Induráin en plenitud en aquel Giro de 1994 con el poderosísimo Gewiss que lucía la camiseta más bonita que ha visto este deporte. Los antiguos Ivanov, Karpets, Kolobnev, Konyshev, Petrov, Tonkov, Zinchenko o los actuales Sivakov, Zakarin o Vlasov ocuparon un lugar en las hemerotecas como corredores competentes capaces de pelear por victorias, pero no como estrellas mundiales. Heredero de esas tradiciones es el Gazprom Rusvelo, una especie de filial del antiguo Katusha en el que compitió Purito Rodríguez. El Rusvelo se fundó en 2012 y pronto surgieron dudas en torno a un conflicto de intereses con el Katusha, militante de la primera división. Ello fue debido a que ambos equipos pertenecían a la sociedad ‘Global Russian Cycling Project’, una especie de proyecto ciclista de estado en Rusia. El patrocinador del equipo fue, naturalmente, Gazprom, la gigantesca empresa de gas fundada en 1989 en el periodo soviético y controlada ahora por el gobierno de Putin. Un transatlántico que tiene 456.000 empleados, según Forbes, y cuya venta anual se eleva a 148.000 millones de euros que la convierten en una de las diez primeras empresas del mundo. El pasado 3 de marzo la Unión Ciclista Internacional (UCI) se unió a la corriente mundial en el deporte que penalizaba los intereses rusos y bielorrusos. Retiró el estatus UCI a seis equipos de estas nacionalidades y prohibió su participación en las pruebas que tutela. El gerente de Gazprom, Renat Khamidulin, dijo que la formación cerraría si antes del 27 de marzo no encontraba otro patrocinador. Unos 3,5 millones para salvar los puestos de trabajo de ciclistas, directores y auxiliares, 51 personas. Entre ellos, un corredor español, José Manuel Díaz. En un intento a la desesperada por obtener financiación, el conjunto se quitó del maillot la seña azul y rusa de Gazprom y posó con uno blanco inmaculado para expresar su necesidad. Los ciclistas tienen ahora libertad para firmar nuevos contratos con otras formaciones, aunque no lo tendrán fácil con los presupuestos cerrados y la temporada en curso. El Gazprom ha conseguido 77 victorias en sus once años de vida, solo una en la actual temporada.

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