Un año después, nada ha cambiado en un rincón de Getafe. A media tarde, una columna de humo surge del corazón de la fábrica más grande de todas y se intenta camuflar en el cielo encapotado. A escasos 200 metros, decenas de bloques de viviendas son testigos de los vapores lechosos, que algunos días mutan de color. También de los ruidos y malos olores. En 2020 culminaba el plazo concedido a la fundición Corrugados para acometer una serie de reformas y minimizar la contaminación acústica. El plan no se ha cumplido. A las cuatro de la madrugada del pasado viernes, un estallido en el interior de la siderúrgica despertó a los colindantes barrios de Los Molinos y Juan de la Cierva.... Ver Más
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