domingo, 31 de enero de 2021

La etiqueta «Casi amenazada» para la perdiz roja

La UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), por acción de SEO Birdlife (pajareros españoles asociados con los europeos y dominados por los ingleses), ha puesto la etiqueta «Casi amenazada» a la perdiz roja. La Comisión Europea adopta las propuestas UICN-Birdlife y las transforma en legislación estatal, que después se traspone a la legislación de las comunidades autónomas. Este etiquetado tiene implicaciones legales importantes, es la antesala a su reconocimiento como especie «vulnerable», lo que implicará la suspensión de su caza. Con ello el mundo rural, las provincias más despobladas de la España vaciada sufrirán un shock ecológico, económico y social. Los métodos de censo usados por SEO no son adecuados para evaluar el estado de conservación de la perdiz roja, las fechas y el muestreo no son representativos. No enseñan la realidad de la perdiz roja, pero sirven para que SEO capture fondos del Estado y las autonomías. Es indudable la crisis de biodiversidad que padece el planeta y sus efectos sobre la vida silvestre debido al uso que hace el hombre de la tierra y el agua, al cambio global: producción agrícola intensiva, abandono de los cultivos extensivos y de montaña, desarrollo de las infraestructuras (autovías, tren de alta velocidad, tendidos eléctricos, canales…), la urbanización, la industrialización, la contaminación, el calentamiento… por el crecimiento de la población humana y de su consumo. Una visión sectaria ¿Qué repercusiones con respecto a la conservación de la especie va a provocar esta etiqueta? Se va a perder toda la gestión que los cotos de caza desarrollan para recuperar y mantener las poblaciones de perdiz roja silvestre. La alarma sobre el estado actual de los ecosistemas exige la responsabilidad y el compromiso solidario de todas las personas que aman la naturaleza. Colocar etiquetas que solo buscan el rédito económico y político es una visión estrecha y sectaria. Esta maniobra política conduce al enfrentamiento de las pocas personas que están preocupadas por la naturaleza. La caza de la perdiz roja es sostenible. En este sentido, los Planes de Ordenación Cinegética, los Planes Técnicos de Caza Anuales y los Proyectos de Mejora de la Gestión Cinegética regulan las capturas, controlan el furtivismo y a los depredadores, mejoran el hábitat para contrarrestar los daños del cambio global (parcelas para la fauna silvestre, bebederos, franjas sin cosechar, repoblaciones de vegetación natural,…) y sostienen el medio rural (dinamización económica, formación, desarrollo social, publicaciones y actividades culturales…). En los cotos de caza gestionados de acuerdo con la legalidad se están recuperando las poblaciones de perdiz hasta donde la calidad del hábitat y el control de predadores lo permiten. En Castilla y León, la comunidad más extensa, que ocupa el 18,6% de España, desde 1991 se recoge una estadística cinegética fiable (Consultora de Recursos Naturales, 2018, 2014). Los resultados de capturas en perdices por 100 demuestran una fluctuación de la población (=27, =2,72±=0,89) con tendencia estable; por ejemplo, en 1992 y en 2017 las capturas fueron 1,58 y 1,52 perdices por 100 ha respectivamente. Otros estudios robustos muestran la misma tendencia estable en distintas zonas del país. Con el paso de los años las distintas autonomías y los técnicos (multidisciplinares) encargados de los Planes de Ordenación Cinegética y Planes Técnicos de Caza Anuales han perfeccionado su trabajo, con la consiguiente sustancial mejora de la gestión cinegética desde 1990 (año en que las comunidades comienzan a aplicar la Ley de Conservación de la Naturaleza de 1989). La existencia de fincas conservadas para mantener la perdiz roja silvestre y la producción de biodiversidad es un importante ejemplo que debe ser protegido, reconocido y subvencionado como modelo de gestión del territorio. Porque estos espacios son reservas naturales que garantizan la conservación de la especie, frente a la demanda de producción agrícola intensiva y agresiva con la naturaleza para producir alimentos y materias primas por el excesivo consumo del hombre. La conservación debe sostenerse con medidas de protección a la especie y sus hábitats. La protección basada únicamente en las etiquetas no es eficaz para conservar las especies que pretende proteger, ya que impide la gestión activa y sostenible de la población sobre el terreno. Para salvaguardar la naturaleza tenemos que eliminar las presiones negativas y restaurar los hábitats. Es imprescindible actuar sobre los factores causantes de la degradación (negativos), suprimirlos o atenuarlos. Y esta gestión solo puede ser aplicada por los agricultores, ganaderos y gestores cinegéticos que tienen capacidad de actuar en el campo. Siempre a cambio de un aprovechamiento racional y sostenible de estos recursos, de cuya conservación son los principales interesados. La alarma sobre el estado actual de la vida silvestre exige la responsabilidad y el compromiso solidario de todas las personas que aman la naturaleza.

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