jueves, 28 de enero de 2021

El Palacio Real, en tiempos de Covid: «Recibimos menos de un 10% de las visitas que se realizaban antes»

A las 12 de la mañana del pasado lunes, en una mañana fría y soleada, una pequeña cola de ciudadanos, en su mayoría españoles, esperaba a las puertas del Palacio Real, en la calle de Bailén. La fila, separada, avanza deprisa y los visitantes pasan al hall, donde el personal de seguridad les obliga a desinfectarse las manos y les toma la temperatura. Desde hace tiempo, es una de las rutinas sanitarias ante el Covid-19, que avanza de nuevo peligrosamente y amenaza con colapsar los hospitales de la región. Después de más de cuatro meses cerrados, la organización del Palacio Real está realizando un esfuerzo enorme para cumplir las restricciones necesarias para garantizar la salud de los trabajadores, así como la de todos los asistentes. De hecho, el protocolo se ha endurecido con numerosas limitaciones y el horario se ha reducido, permaneciendo abierto de lunes a sábado, de 10 a 19 horas, y los domingos de 10 a 16 horas. Pese a las medidas actuales y las dificultades que la crisis del coronavirus está suponiendo para la cultura, el Palacio Real sigue siendo uno de los espacios más emblemáticos y apreciados de la capital. «Parece mentira que haya tardado cuarenta años en visitar el interior, es una auténtica maravilla, lástima que sea en estas condiciones», lamenta Juan Segovia, leonés afincado en Madrid desde hace dos décadas. La borrasca Filomena, que tiñó de blanco y paralizó el centro de la Península, obligó a cerrar sus puertas el pasado 9 de enero, pero ya están abiertas de nuevo, esperando a que algún día cientos de turistas vuelvan a abarrotar su vestíbulo. En el interior del Palacio Real son evidentes los estragos que está causando la pandemia. Los números no engañan. «Hace apenas un año, recibíamos más de dos millones de visitantes anuales, ahora mismo tenemos una limitación de aforo de 255 personas por hora y recibimos menos de un 10% de las visitas que se realizaban anteriormente», señala Jorge Castellano, conserje de servicio. Varios visitantes hacen cola a las puertas del Palacio Real - ABC La normalidad está lejos de llegar todavía a esta joya arquitectónica. Es más, no todas las salas están habilitadas. Se ha tenido que excluir de la visita algunas estancias como la Capilla Real y la Sala de la Corona, puesto que coinciden la entrada y salida de los visitantes, situación prohibida atendiendo al protocolo Covid. Aun así, los asistentes cuentan con la oportunidad de recorrer los salones oficiales más importantes que contiene el edificio. «Yo vengo asiduamente desde que se instauró el estado de alarma, y se nota la poca gente que viene», sostiene Vicente, madrileño de 72 años y amante del Madrid más castizo, que hace un llamamiento: «Recomiendo a los madrileños que lo visiten, tenemos que mantener la cultura entre todos». Los visitantes viajan en el tiempo a medida que avanzan por los diferentes salones del palacio. Se imaginan a Alfonso XIII, en su grandioso salón, haciéndose trajes a medida, o son testigos, por un momento, de la abdicación del Rey Juan Carlos I. El Palacio Real es un lugar donde el visitante puede imaginarse que es un protagonista de épocas pasadas, así como testigo de infinitos acontecimientos. Pero hay una estampa que está presente en todo momento durante el recorrido: la situación producida por el Covid-19. Sus secuelas pueden verse entre las espléndidas estancias del palacio; sus salas se ven vacías, ya no son lo que eran, con sus visitas escolares, grupos de turistas o del Imserso. Eso quedó atrás. En tiempos de pandemia, las visitas han quedado limitadas a grupos de un máximo de seis personas, incluyendo al guía. «Estamos desesperados, pero aún sonrientes y apreciando el esfuerzo que hacen los visitantes para llegar hasta aquí y dar sentido a nuestro trabajo», reconoce un acompañante turístico, que pacientemente espera a algún visitante. El Palacio Real no es lo que era, tal vez el Covid-19 haya robado a la joya de la corona algo de su brillo habitual, pero solo es cuestión de tiempo el que recupere su esplendor, con más intensidad que nunca, para recordar que Madrid, una vez más, puede con todo.

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