Durante la revolución neolítica, hace ya más de 12.000 años, nuestros sufridos cazadores recolectores apostaron por un estilo de vida más sedentario. Deambular por los paisajes helados del pleistoceno comenzaba a estar pasado de moda y el mejor plan de vida fue establecerse en un territorio con tierra fértil y un lugar donde cazar. Los campamentos itinerantes pasaron a poblados y las prospecciones de caza se convirtieron en jornadas de ida y vuelta. Esto tuvo sus consecuencias ecológicas. La presión cinegética aumentó cerca de los poblados y los paisajes se modificaron a favor de las especies de interés para el hombre. En aquellos tiempos las poblaciones humanas estaban reguladas por la abundancia de comida y por la falta de refugio.... Ver Más
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