sábado, 30 de enero de 2021

Así ha cambiado Ferrari de Alonso a Sainz

Ahora, como hace once años, a Ferrari llega un torrente de ilusión. En el otoño de 2009, el CEO de la mítica escudería (Stefano Domenicali) calmaba al dueño del restaurante de referencia en Monza, una suerte de capellán donde se agrupan y confiesan los pilotos y las gentes de la F1 después de cada jornada. «Tranquilo. El próximo año será otra cosa». Ferrari había fichado a Fernando Alonso, quien debutó y ganó en Bahréin 2010 con el coche rojo. En la fábrica de Maranello, donde se han construido todos los Ferraris de calle y de competición de la historia, aterriza ahora Carlos Sainz y según se detecta en la sede roja ha irrumpido el entusiasmo que trae de serie el madrileño. De Alonso 2010 a Sainz 2021 hay algunas diferencias en Ferrari, cambios estructurales y de mando, aunque la presión y el eco de lo que allí sucede no ha variado un ápice. En 2010 gobernaban los grandes nombres en Ferrari. La personalidad de Luca de Montezemolo dominaba la compañía de F1. También sobresalía la gestión eficiente de Domenicali al frente del equipo. Y mucho más el impacto de Alonso, quien empezó ganando y terminó con el mayor disgusto de su vida en 2010, al perder el Mundial por un error estratégico de sus ingenieros en la última carrera en Abu Dabi. Por Ferrari han pasado diversos mandatarios desde entonces (Mattiacci, Arrivabene, ahora Binotto) y otros tantos pilotos (Alonso, Massa, Raikkonen, Vettel, Leclerc) y el resultado que desea toda Italia nunca llega: otro título mundial. Ferrari no saborea este éxito desde 2007, en aquel desdichado enfrentamiento entre Alonso y Hamilton que dejó sin título al español o al inglés. Trece años. El final de Vettel Carlos Sainz está en Ferrari por su diligencia en la F1 y, sobre todo, por el hastío que corrompió la relación entre Vettel y la escudería. El proyecto de seis años con el alemán no iba a ningún sitio, el objetivo no se consumó y el equipo necesitaba un recambio de garantías. Estaban libres Sergio Pérez, Carlos Sainz y Daniel Ricciardo. Descartado este último por su salario galáctico (20 millones), quedaban el mexicano y el español. Binotto se decidió por la solidez de Sainz, entre otras cosas por su claridad y entereza en los mensajes de radio. En Ferrari dicen que no es una versión low cost, que si Hamilton se hubiera puesto a tiro, lo podrían haber fichado. Entre Sainz, Checo, Vettel o Hamilton, Ferrari se ha entregado a Leclerc, a quien le garantizó un contrato de cinco años hasta 2024. Sainz ha firmado dos. Lo que ha encontrado Sainz en Ferrari es una empresa de unos 1.200 trabajadores, 20 de ellos españoles en honor a los compatriotas por el mundo de tanto éxito en la tele, un emporio de dimensiones colosales en el eco mediático, pero que tiene aire de ministerio. Ferrari está aislada del resto de escuderías de F1: siete tienen su sede en las proximidades del circuito inglés de Silverstone. Y en la escudería hay sensación de estabilidad laboral, de estructura compacta y duradera. Dirige Mattia Binotto, pero sin sacar el talonario para contratar a ingenieros de campanillas. Hace seis años llegó James Allison a Ferrari, una especie de gurú al estilo Adrian Newey que revolucionó el departamento técnico y de innovación. Allison también se fue a Mercedes y Binotto no lo sustituyó por otra figura del diseño o la aerodinámica. Repartió el poder en varios sectores, que ahora trabajan en coordinación. El entusiasmo mostrado por Sainz en sus primeras horas contrasta con la ambición del monegasco Leclerc, quien ya ha corrido dos temporadas para Ferrari, ha ganado dos carreras y ha alcanzado siete podios. Sainz va por dos podios en seis temporadas. En Ferrari observan al madrileño como el aspirante que pretende derribar puertas y comerse el mundo. Sus primeros días han dejado una magnífica impresión en Maranello. Lo que preocupa ahora en la factoría roja es el coche y su rendimiento ínfimo en 2020. Se tiene la constancia en Ferrari de que el motor de 2019 era una bomba, un cohete capaz de competir con el Mercedes imbatible. Fallaba entonces el chasis, según las conclusiones de la escudería. En 2020 el motor Ferrari recibió una serie de limitaciones y quedó al descubierto que su chasis era una calamidad: ni victorias ni poles y solo tres podios (dos Leclerc, uno Vettel) en un año horrible. La perspectiva para 2021 ofrece bastantes dudas. La FIA ha establecido un sistema de tokens (créditos) para modificar partes del coche 2021. Ferrari ha elegido sobre todo rehacer la caja de cambios por la influencia que tiene en la forma aerodinámica del monoplaza. Una apuesta con riesgo, en espera de que el motor recupere la pujanza de 2019 y el chasis mejore. Sainz se va a encontrar esto en un año de tránsito hacia los grandes cambios de 2022, en los que ya trabaja a marchas forzadas la casa roja.

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