jueves, 28 de enero de 2021

Adrián Campos, un jefe afable y un referente

Adrián Campos fue, ante todo, mi primer referente. Cuando yo empezaba en los karts, él y Luis Pérez Sala lograron hacerse un hueco en la Fórmula 1 cuando parecía imposible. Con los años se convirtió en mi primer jefe. Con él firmé mi primer contrato profesional. Siempre le estaré agradecido por su carácter afable y por la forma en la que me trató. Se notaba que había sido piloto por cómo te asesoraba. Te hacía sentir especial. Sin él nunca habría llegado a la F1. Hace menos de dos semanas que estuve con él por última vez. Di una ponencia para los alumnos de su máster y después nos fuimos a comer a un restaurante de Alzira. Allí vi a un Adrián en estado puro, contando anécdotas, explicando mil y un detalles de la competición, de su trayectoria... Los que compartimos ese día aún no sabemos la suerte que tuvimos de pasar ese tiempo de calidad con él. Me queda un recuerdo imborrable. Adrián estaba bien de salud. Ninguno nos podíamos imaginar que ocurriese este desenlace. Horas antes del fallecimiento me avisaron de que no se encontraba bien, que lo iban a operar. Por la noche nos llegó el mazazo. En el automovilismo lo ha sido todo. Ahora ya se había apartado de la primera línea y disfrutaba viendo a nuevos talentos y del crecimiento de su hijo Adri al frente de la escudería. Solo le faltó culminar su equipo de F1. Estuvo muy cerca, y no descarto que hubiera tenido otra oportunidad en el futuro.

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