Le faltaba sala de prensa a Jürgen Klopp para encajar su sonrisa, desbordada, esta vez sí, porque la alegría se imponía a todo lo demás. El técnico alemán extendió el disfrute que exhibió en el césped del Metropolitano a sus minutos frente a los medios: no hubo respuesta sin sorna. «Me siento, sobre todo, aliviado... por mi familia. Por primera vez en seis años, no tendrán que coger el avión para irse de vacaciones con una medalla de plata», dijo el preparador. No se cansó de repetir que estaba contento por sus jugadores más que por nadie. Destacó a Henderson, «el capitán de la Champions League de 2019». Y sacó pecho por lo que hasta no hace tanto se le colgaba como una losa, los 97 puntos que le valieron el subcampeonato de la Premier League. Preguntado por la final del año que viene, en Estambul, resolvió sin titubeos: «Estaremos allí». Al técnico «red» había que verlo moverse por el área técnica durante los noventa minutos de la final. Gorra, chándal y zapatillas, un espectáculo que contrastaba con el formalismo del traje de su homólogo en el Tottenham, Pochettino. Seguramente su partido exigía pocas ataduras. Klopp reconoció que su equipo «disputó finales mejores» a pesar de haberlas perdido. «He jugado muchas finales y las he perdido habiendo jugado mejor que hoy al fútbol. Hoy ha sido difícil para ambos porque ha habido tres semanas sin competir y es complicado. Al final las cosas se han resuelto. La experiencia cuenta. La resistencia de los chicos también. Todo nos ha ayudado. Hemos resistido. No quiero explicar por qué hemos ganado sino disfrutar. Es una victoria para todos los aficionados y tendremos una noche fantástica».
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