sábado, 1 de junio de 2019

Reyes, deprisa en el fútbol y en la vida

Era irrepetible. Único. Un andaluz de pies a cabeza, siempre unido a su familia. La «troupe» le acompañó en todo su periplo futbolístico, de Londres a Madrid, pasando por Lisboa. Jugador del Arsenal, vivió tres años en la «city» y nunca aprendió inglés. Su idioma era «Good bye», «good night», «thank you», «Coca Cola» y poco más, como se le escuchó proclamar en una concentración con Luis Aragonés. Veía un libro de inglés y lo odiaba. «Mucho chau, chau y nada más, menudo rollo», decía «Jose». Así le llamában todos. Un compañero suyo del Real Madrid, en la temporada que ganaron la Liga gracias a dos goles de Reyes en la última jornada, relataba ayer esta historieta. «Le gustaban los coches, se compró muchísimos ¿Recuerdas el Ferrari amarillo? Una vez fue a ver un coche a un concesionario en Londres y preguntó: «¿How much? (¿Cuánto vale?). El vendedor le dijo que costaba 93.000 libras o una cifra similar, complicada de números, y José no entendía. El vendedor, un joven muy convincente, le preguntó si lo compraba y Jose, que no comprendía tanta verborrea, le contestó: "José Antonio Reyes, player of Arsenal", como si fuera a obtenerlo más barato por ser futbolista. Así era Jose». En una entrevista estuvimos dos horas y media esperándole y cuando salió del vestuario dijo que tenía mucha prisa, que había quedado con su esposa. Ángel de Antonio, nuestro redactor gráfico, debía marcharse, pues tenía otras fotos pendientes. Le convencimos para hacerlas en un santiamén, en el vestuario. Y nosotros le entrevistamos en su coche, en marcha, camino de su casa, con música flamenca puesta durante media hora. Llegamos al aparcamiento de su apartamento y dijo: «Se acabó, voy dentro. Las últimas preguntas las contesto por teléfono cuando entre a casa, que quiero olvidarme del fútbol y de todo, que me voy con mi mujer». Y en las tres últimas preguntas dio los mejores titulares. Así era. Siempre habló claro, demasiado, con una sinceridad que le traicionó en muchas ocasiones. Era anárquico, no se atenía a controles, ni a horarios, ni a órdenes, ni a tácticas. Era como el rey del tablao, que cantaba y dejaba de cantar cuando le apetecía, según la inspiración. Ha muerto un talento del fútbol que dejó mucha clase dentro de su cabeza. Un mago que no sacó todo su talento en el césped porque los avatares de las ofertas le llevaron a jugar a lugares extraños donde no se sintió a gusto. Por eso se llevaba a la familia, para sentirse como en Utrera. Tenía calidad en las piernas y en la mente. Era un genio. Poseía velocidad y regate, pase y gol. Pero estaba muy imbuido en su cultura andaluza, sevillana, y le costaba vivir en otros ambientes. Jesús Navas sufrió algo parecido en el comienzo de su carrera. Le costó siempre vivir lejos de casa. Le gustaba Utrera, Sevilla, la alegría de la gente, el sol. En Londres no había alegría ni calor. Su mujer y su familia, extensa, eran su felicidad en tierras lejanas. Luis Aragonés le quiso inyectar más ambición para rendir mejor en la selección española. El 6 de noviembre de 2004 se grabó, en pleno entrenamiento, una conversación privada entre ambos que dio la vuelta al mundo: «Debe ver las cosas con más luz, tener claridad. Dígale al negro (Henry) que usted es mejor, dígaselo de mi parte, usted es mejor». Reyes sonreía ante esa lección de seguridad en uno mismo que el técnico le taladraba. Lo admiraba.Aquellas palabras perjudicaron al seleccionador al querer buscar un tinte de racismo que no existía. Era una forma de motivar al futbolista. Jose podía hacer lo que quisiera con el balón. Se parecía a Juanito en el pronto de su calidad. Podía surgir con una finta o con un pase letal. Su problema era que, como buen mago, no defendía. Eso no era para él. Le costaba. Era un artista, no un gladiador. Inolvidable cuando su mujer, con altos tacones rojos, le consolaba tras la derrota ante Cristiano en la final de la Supercopa de Europa 2014, cuando en Sevilla perdió 2-0 ante el Real Madrid en Cardiff. Debutó con 16 años en Primera, el jugador más joven de la historia del Sevilla. Vendido al Arsenal por 24 millones, militó en el Atlético y en el Madrid sin enfadar ni a tirios ni a troyanos. Cayó bien a todos. Dio una Liga a los blancos al marcar dos goles frente al Mallorca con una remontada histórica, del 0-1 al 3-1, que significó el título. Fue uno de los momentos más destacados de su carrera. Sucedió el 17 de junio de 2007. Entró en el segundo tiempo, empató el partido en el minuto 67 y cerró el marcador con el 3-1 en el 82, a 18 minutos de perderlo todo. Enmarcados quedaron sus abrazos con Ramos y Roberto Carlos. Con el Atlético celebró cuatro títulos. Con el Sevilla obtuvo tres Europa League consecutivas. Se ha ido a toda velocidad, como era él. Siempre con prisas, en el campo de fútbol y en la vida.

De Deportes http://bit.ly/2IbQUfD

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