Es la selección española pero basada en los jugadores del Barça y en Luis Enrique , acérrimo culé, antimadridista declarado, y que tuvo palabras de simpatía y complicidad para los que en 2017 votaron en el referendo ilegal del 1 de octubre. Un independentista quiere siempre que pierda España, pero se siente incómodo no celebrando los goles de Ferran o Ansu , los buenos partidos de P edro y Gavi , los éxitos de Lucho. No es que de repente quiera que gane España, pero ha de reprimir gestos y tal vez alguno se le escapa cuando nos aseguramos la clasificación y ya no digamos si llegamos a la final y la ganamos. Uno del Madrid, que vota al PP o a Vox , quiere siempre que gane España pero odia a Luis Enrique por todo lo anterior, está acostumbrado a insultar a los jugadores del Barça y está enfadado porque sólo Carvajal y Asensio han viajado a Qatar. No quiere que pierda España, pero algo incómodo se siente celebrando una jugada mágica de Pedri o viendo a Luis Enrique saltar de júbilo en la banda cuando las cosas nos salen bien. El Rey le pidió a Gavi que le firmara una camiseta para la Princesa Leonor, heredera al trono de España y que lleva su carpeta de estudiante forrada con fotos del jugador. No es que pretenda especular con lo que no toca, pero si yo que no soy nadie he podido conocer a todos mis ídolos, es fácil de imaginar que estos dos van a conocerse a no mucho tardar, y ambos son guapos y jóvenes y con muchas cosas de las que hablar. Para los votantes de PP y Vox ha de ser como un susto que a nuestra Princesa la tome uno del Barça pero a un independentista tampoco ha de dejarle dormir tranquilo especular con la idea, aún incipiente y remota, de que uno de los nuestros acabe siendo, aunque sea consorte, Rey de España. Noticias Relacionadas opinion Si Selección de columnistas Último baile en Qatar María José Hostalrich opinion Si Selección de columnistas Lo mejor está en la grada José F. Peláez Los españoles siempre encontramos maneras de pelearnos, y algunas crueles y desalmadas, pero de vez en cuando se hace el silencio en el campo de batalla, nos miramos, nos reconocemos, nos damos cuenta de que lo que nos une es bastante más de lo que nos separa, y por unos minutos o unos días o unas semanas nos sentimos bien pensando en cómo podrían ser las cosas si nos quisiéramos un poco más. Continuamos estando incómodos pero nos gustamos. Esta fértil incomodidad es la España de Luis Enrique, y aunque imperfecta, temeraria, chulesca y vertiginosa es la que nos representa y nos emociona -reconócelo- a todos.
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