La Federación Internacional de Fútbol (FIFA) ya le estaba dando vueltas a una novedad que aportara más dinamismo a los partidos decisivos de sus diversos torneos. La pretensión última era acabar con el miedo y la excesiva racanería que se observa a veces en las prórrogas. Nadie quiere perder y los contendientes optan por amarrar el empate para jugárselo todo a cara o cruz en los penaltis. La final del Mundial organizado por Estados Unidos fue el detonante definitivo. El 17 de julio de 1994 , Brasil e Italia empataron a cero en el estadio Rose Bowl de Los Angeles . Fueron incapaces de marcar en 120 minutos y los suramericanos se proclamaron campeones del mundo -por cuarta vez- tras vencer 3-2 en la tanda de penaltis. Fue el impulso último que necesitaba la FIFA para implantar el gol de oro, una innovación que ya se venía ensayando en competiciones menores. La nueva norma era muy sencilla. Si los 90 minutos reglamentarios concluían en empate y, por consiguiente, había que jugar prórroga, esta terminaba automática e inmediatamente si uno de los contendientes marcaba un gol. El árbitro pitaba el final y, evidente, el equipo anotador ganaba el partido. Pasaba a la siguiente ronda o se proclamaba campeón. El Mundial sub-20 de 1993 disputado en Australia fue el torneo de selecciones donde se estrenó el gol de oro. Precisamente fue el equipo local el que eliminó a Uruguay en cuartos de final con un tanto marcado en el minuto 9 de la prórroga. También apareció en el Europeo sub-21 de 1994, pero cuando de verdad tuvo visibilidad fue en la Eurocopa de Inglaterra 1996. Y en la final, nada menos. Alemania y República Checa empataron (1-1), y Bierhoff le dio el título a los germanos en el minuto 5 de prórroga. Ese importante gol dio alas a una nueva regla que viviría sus dos citas principales en los Mundiales de Francia 1998 y Corea del Sur 2002 . Y en este último España debió haber sido protagonista de la aplicación de dicha norma, pero una decisión arbitral sospechosamente errónea se lo impidió. Al Ghandour y sus asistentes La selección española había hecho pleno en la primera fase. Encuadrada en el Grupo B, ganó a Eslovenia (3-1), Paraguay (3-1) y Sudáfrica (2-3). En octavos de final, empató con Irlanda (1-1) y pasó de ronda al vencer en la tanda de penaltis (3-2). El rival en cuartos fue Corea del Sur , uno de los dos equipos anfitriones. Ocurrió el 22 de junio de 2002 en el estadio Mundialista de la ciudad coreana de Gwangju . Tras un primer tiempo sin goles, en el minuto 50 Baraja bate de cabeza a Lee Won-Jae , portero asiático. Gamal al Ghandour , árbitro egipcio, anuló el tanto. Todavía hoy no se sabe por qué. No había ningún jugador español en fuera de juego ni, sobre todo, Helguera hizo falta a nadie, que al parecer fue la razón esgrimida por el colegiado. El marcador no registró cambios y, por tanto, hubo que afrontar una prórroga. Poco, poquísimo, tardó en llegar la desvergüenza. En el minuto dos (92) del tiempo añadido, Joaquín se desplegó por la banda derecha, llegó a la línea de fondo y centró al área, donde Morientes remató de cabeza al fondo de las mallas. Era gol de oro, fin del encuentro y clasificación de los hombres de José Antonio Camacho para la semifinal. Pero no lo fue. Michael Ragoonath , juez de línea de Trinidad y Tobago, levantó inmediatamente la bandera señalando que el balón había salido del terreno de juego cuando el extremo del Betis ejecutó el pase. Mentira. Al Ghandour lo anuló pese a que en fotos y vídeos se aprecia de forma muy clara que la pelota está sobre la raya cuando es golpeada por la bota del futbolista andaluz. Noticias Relacionadas estandar Si El baúl de los deportes El madridista Luis Enrique se volvió loco tras marcar su primer gol mundialista Ángel Luis Menéndez estandar Si El baúl de los deportes El regalo más impactante que recibió el máximo goleador de los Mundiales Ángel Luis Menéndez El citado Ragoonath y su compañero en la otra banda, el ugandés Ali Tomusange prolongaron el recital de injusticias señalando sendos fuera de juego a Luis Enrique y Mendieta en los minutos 110 y 113 respectivamente. Ninguno lo fue y eran dos claras jugadas que bien podrían haber acabado en gol. En gol de oro. Hubo unanimidad pocas veces vista en la prensa española e internacional. Y titulares de grueso calibre también inusual: «Robo», «Manos arriba», «Este Mundial da asco», «Atraco a banderín alzado»... Fueron un desahogo similar al expresado por el seleccionador español y sus pupilos. «Los futbolistas se van quemados por las injusticias que han sufrido. Lo hemos intentado, pero no nos han dejado. Hemos luchado contra todo lo que estaba a nuestro alrededor, me marcho jodido», dijo Camacho. Helguera fue más contundente y preciso: «Nos echa del Mundial un juez de línea. Se han reído de nuestro trabajo. Fue vergonzoso su comportamiento». Joaquín, en la misma onda, definió lo sucedido como «un robo»; y añadió: «Además de los goles ha habido otras jugadas. El lateral me ha hecho 30.000 faltas y no le ha enseñado ni tarjeta amarilla». Otras cuatro selecciones sí pudieron celebrar un gol de oro en la Copa del Mundo. La primera fue Francia en el torneo que organizó y que acabó ganando. El 28 de junio de 1998, Blanc marcó el tanto de la victoria (1-0) en el minuto 114 de la prórroga del partido de octavos ante Paraguay. Cuatro años después, en otra cita de octavos del Mundial de Corea y Japón, Camara firmó el tanto del triunfo de Senegal ante Suecia (1-2) en el minuto 104. Posteriormente, en la eliminatoria de cuartos, los africanos se vieron las caras con Turquía , y ahí la nueva regla les fue esquiva. El turco Mansiz marcó en el 94 el único y decisivo gol (de oro) del partido. Finalmente, la protagonista del cuarto gol de oro habido en un campeonato del mundo fue Corea del Sur en 2002, en el primer escándalo de su Mundial, precisamente antes de lo que sucedió con España. Ganó a Italia (1-2) en los octavos de final con un tanto de Ahn Jung-hwan en el minuto 117. Lo menos polémico fue ese decisivo tanto. Las quejas de los italianos sobre la actuación del ecuatoriano Byron Moreno se centran en su arbitraje «casero» -permitió numerosas faltas de los coreanos- y en dos acciones fundamentales: en vez de señalar un penalti cometido sobre Totti , expulsó al jugador transalpino por «simular» y anuló un gol a Tomassi por inexistente fuera de juego. Así resumió lo ocurrido el 'Corriere della Sera': «Italia ha sido expulsada de un sucio Mundial en el que árbitros y linieres son utilizados como matones». Despedido e insultado por marcar un gol de oro Luciano Gaucci Al surcoreano Ahn Jung-Hwan le salió caro el gol de oro que le marcó a Italia en los cuartos de final del Mundial de Corea y Japón 2002. «Basta, ese no volverá a poner un pie aquí, no lo quiero ver más, ya que ha ofendido al país que le ha acogido. He dado órdenes para que no regrese al club. Estoy indignado, solo ha despuntado en el Mundial cuando se ha enfrentado contra Italia», bramó Luciano Gaucci, presidente del Perugia, club de la Primera división italiana donde militaba el futbolista coreano. Gaucci se declaró «herido» en su «orgullo de italiano» y siguió despotricando: «Cuando vino a jugar con nosotros no tenía ni para pagarse un sandwich. Ganó dinero sin hacer grandes cosas y ahora, en el Mundial, denigró al fútbol italiano. No voy a prolongar su contrato, no se lo merece. Me bastarían 3.000 millones de liras (1,5 millones de euros) para prorrogarlo y obtener beneficios negociando su venta, pero no lo voy a hacer. Que se vaya a Corea a cobrar 50 dólares (50€) al mes». El presidente del Perugia, desaforado, atacó incluso a la madre de Jung-Hwan: «Se pasaba los días en las salas de juego». La prensa transalpina también se cebó con el jugador asiático. 'Il Messaggero' publicó que había llegado al Perugia «en el paquete» del patrocinador del club, la marca coreana de automóviles Daewoo: «Llegó a Perugia en un Daewoo, y de Perugia se irá a patadas en el culo». Y añadía: «Es alérgico al idioma italiano, solo sabe decir 'ciao' y durante meses ha tenido problemas de alimentación, ya que no le gusta la comida italiana y solo se alimentaba de chocolate, de ahí que al jugador, que hace de modelo para una casa de cosmética y perfume, le salieran gigantescos y feísimos granos». Poca más historia tiene el gol de oro. Porque no convenció. Sin ir más lejos, en octubre de 2003, Franz Beckenbauer , legendario futbolista alemán, exseleccionador de su país y director del comité organizador de la Copa Mundial de 2006, dio su opinión sobre la nueva norma. Como en sus mejores tiempos, fue expeditivo: «No tiene sentido, es la regla más tonta que se haya inventado. Un partido no se puede definir así». 'El Kaiser' puso como ejemplo la semifinal de México 1970 entre Alemania e Italia. Ganaron los italianos 4-3 y cinco de los siete goles se marcaron durante la prórroga. «Nadie se estaría acordando de ese partido, para muchos el mejor del siglo XX, si se hubiera aplicado entonces lo del gol de oro». Añadió que «le quita la emoción a los partidos», y remató: «Quien sea que inventó esta regla deber ser declarado un enemigo del fútbol». No hace falta decir que la norma ya no se aplicó en el Mundial de Alemania 2006… ni en ninguno más. Dejó de usarse en 2004. El último gol de oro oficial contabilizado data de junio de ese año en un partido de la Segunda división argentina.
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