domingo, 10 de abril de 2022

La Unión Europea pone la lupa sobre los ruidos de Ponzano

Primero fueron las pancartas, que adornaron las fachadas con lemas que interpelaban a los inquilinos a pie de calle: «Ruidos no». También manifestaciones, vecinos que protestaron cacerola en mano tras la proliferación de terrazas heredada de la pandemia. Las quejas se trasladaron el pasado noviembre al Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), donde la asociación vecinal El Organillo, del distrito de Chamberí, interpuso un recurso contencioso administrativo en contra del Ayuntamiento por «no restituir sus derechos fundamentales». Cuatro meses más tarde, la última batalla de los residentes para acallar el ruido de los bares se libra en Bruselas. El Parlamento Europeo ha admitido a trámite la petición de la asociación El Organillo, firmada por su presidente, Julio López, en octubre de 2021, que reclama medidas inmediatas para frenar la contaminación acústica de la hostelería, sobre todo, en horario nocturno. «Algunas calles estrechas de la ciudad (donde los problemas de contaminación acústica son aún mayores que en amplias avenidas) se han convertido en una terraza continua de principio a fin», denuncia el escrito, «es el caso, por ejemplo, de la calle Ponzano». La Eurocámara ha remitido el caso a la Comisión, que dispone de un plazo de tres meses para dar una respuesta y abrir una investigación, según ha podido saber ABC. Desde El Organillo confían en que así sea, de acuerdo con la contestación que han recibido del Parlamento, un proceso que requeriría al ayuntamiento informes sobre la materia. No obstante, fuentes municipales aseguran que aún no han recibido notificación alguna: «Está judicializado y se han ido remitiendo al Juzgado todos los informes necesarios desde la Asesoría Jurídica», explican, en referencia al caso abierto en el TSJM. Más allá de Ponzano, la vía de Chamberí que concentra más de medio centenar de terrazas, la asociación señala al distrito entero, a su vecino Salamanca y a Centro. Entre enero y mayo de 2021, los tres distritos recibieron 7.744 denuncias por sus locales de ocio, más de la mitad de las 15.082 interpuestas en toda la ciudad. Sin embargo, las quejas son «sistemáticamente inatendidas», mientras que la centralita de la Policía Municipal, que «no dispone de efectivos» para vigilar las calles, «permanece colapsada» cada fin de semana. Niveles industriales Chamberí, según los vecinos, el escenario de «la falta de implantación de medidas» municipales para atajar las molestias del ocio nocturno. En 2018 y 2019, las mediciones del Área de Medio Ambiente registraron una media de entre 60 y 65 decibelios a medianoche en varios puntos del distrito, «muy por encima de los valores que la OMS considera seguros para evitar problemas cardiovasculares o enfermedades psiquiátricas», señala la asociación. Con el tsunami del Covid-19 y la carta blanca a la hostelería, El Organillo emprendió en 2021 sus propias mediciones y determinó que se supera en hasta 39 decibelios los valores límite. La escala de los decibelios es logarítmica, es decir, el ruido es 10.000 veces superior al máximo permitido. Por otro lado, el blindaje de Ponzano sigue congelado. El Ayuntamiento comprobó los excesos acústicos en 2018 y 2019, y en septiembre de 2020 aprobó iniciar los trámites para resguardar la calle bajo la figura de Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE); dos años después, el proceso continúa en el trámite. Las diez páginas de la misiva a Bruselas –acompañada de imágenes de Ponzano y vídeos de patrullas policiales– terminan con tres demandas a la UE. Que se «lleve a cabo una investigación de las vulneraciones de derechos», que se considere «una revisión de la directiva europea sobre evaluación y protección del ruido ambiental» y que «se inste al ayuntamiento a que tome de inmediato medidas efectivas para proteger a sus ciudadanos de los efectos de la elevada contaminación acústica».

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