España se mide hoy en los cuartos de final del Mundial de Egipto a Noruega (20.30h. TDP), cuya principal amenaza se llama Sander Sagosen, tiene 25 años, mide casi dos metros (1,95) y es el mejor jugador del mundo. Hablamos del segundo máximo anotador del torneo con 50 dianas, y a la vez, del máximo asistente; un central que también ejerce de lateral y que acapara todo el protagonismo, no solo en ataque, sino también en defensa, como atestigua su condición de jugador con más exclusiones de su selección. Cuatro Hispanos ya le sufrieron hace un mes, cuando el Kiel, su actual club, conquistó la Champions ante el Barcelona. Sagosen dejó el pasado verano el PSG tras tres temporadas y en apenas unos meses en Alemania consiguió el título que andaba buscando: «He soñado con esto desde que tenía cinco años», dijo. Su objetivo entonces pasó a ser brindar grandes triunfos a su selección. La relación de Sagosen con el deporte, aunque actualmente sea una estrella de balonmano, comenzó con la pelota en los pies. Fue en el fútbol donde sus condiciones atléticas destacaron primero, por mucho que el balonmano le viniera de familia. Su padre, Erlend Sagosen, fue el portero de la selección de Noruega en catorce partidos internacionales. Es por eso que cuando su hijo se terminó decantando por el balonmano, fue él quien más le exigió: «Si dices que quieres llegar a ser el mejor del mundo algún día tienes que trabajar muy duro y no perder el tiempo con la PlayStation. Eso no te llevará a ninguna parte», le dijo. Pasaron los años y aquel consejo dio sus frutos. «¿Por qué participar en algo si no quieres ser el mejor?», se repetiría a sí mismo. Un talento precoz Fue durante su adolescencia cuando empezó a llamar la atención de los ojeadores, dejando en 2014 su país natal para jugar en el Aalborg de Dinamarca. «Es el jugador con más futuro», presagiaría Xavi Pascual en 2015. Más tarde daría el salto al PSG y no tardaría en convertirse en el líder de su selección, con la que se ha colado en el equipo ideal de las cinco últimas grandes citas. De hecho, fue el máximo anotador del Europeo de 2020 (65 goles). El pasado verano dejó París y puso rumbo a la Bundesliga -el Barcelona también se interesó en su fichaje- en el que fue uno de los traspasos más interesantes del balonmano. Poseedor de un físico prominente, muchos se refieren a él como un jugador total, algo que se refleja en sus estadísticas de tiro y pase. Tampoco dudan en compararle con Nikola Karabatic, ídolo de Sagosen y mejor jugador del mundo en la última década. Ambos emanan un talento y un carácter competitivo que asusta a sus rivales. «Es el que está detrás de la mayoría de las cosas. Maneja el equipo. Es un jugador realmente bueno», dijo Christian Berge, el seleccionador noruego. La estrella llega a la cita, eso sí, con un número exagerado de minutos sobre la pista, con más de cuatro horas de juego, casi una más que el jugador español más exigido, el extremo Ángel Fernández. Apodado como «El Rey del Norte» en su país, Sagosen ocupa un lugar privilegiado en el deporte nacional. «Es uno de los deportistas más brillantes que tenemos, al nivel de Odegaard, Haaland y unos pocos más», cuenta a este diario el periodista noruego Joachim Baardsen. Sin olvidar, claro, el interés que el balonmano despierta en el país, donde la final del último Mundial reunió a más de un millón de personas frente al televisor, aumentando la audiencia notablemente. Aquel día, Sagosen y compañía perdieron ante Dinamarca. Esta tarde, ante los Hispanos, intentará volver liderar a los suyos en un partido que lleva atragantándosele a Noruega demasiado tiempo: España suma 18 victorias consecutivas sobre Noruega en los Mundiales. No ganan desde 1997.
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