
Las cuatro partes implicadas (Florentino Pérez, Sergio Ramos, José Ángel Sánchez y René Ramos) lo han hecho mal, y lo saben. Todos son conscientes de que han gestionado muy mal la continuidad del capitán en el Real Madrid porque mantienen cuentas pendientes de la anterior negociación, producida en 2015 y que dejó heridas abiertas tras la rúbrica por cinco temporadas del futbolista. Hay rencillas que han perdurado durante seis años, pequeños rencores, comportamientos que no se olvidan, filtraciones que molestaron mucho cuando se habló de un diálogo secreto que no se cumplió. Aquella alegría del contrato sellado en la pretemporada china hace seis veranos, los cuatro sentados en un salón del hotel, reflejaba el respiro de los cuatro protagonistas después de muchos meses de presiones, malentendidos y posturas tan distantes que enfriaron demasiado, para siempre, las relaciones de los negociadores. Choque de trenes: el presidente y el jugador, muy orgullosos, son dos referentes en sus ámbitos y no ceden ni un ápice Aquel acuerdo se amplió en 2017 hasta junio de 2021 porque Ramos, que hoy reaparece en Pamplona si Filomena lo permite, se lo ganó en el césped. Y ya se ha llegado a 2021 y el central no ha firmado su renovación cuando las posturas económicas, salvo que las dos partes mientan, están muy cercanas. La distorsión se centra más en unas posiciones de orgullo, de amor propio, de corazón herido, que en las diferencias de dinero. De ver quién llama primero, de ver quién tiene más urgencias por solucionar la situación. La falta de entendimiento refleja una falta de conexión que parece impostada, buscada. Es probable que lleguen a un acuerdo más pronto que tarde, podría producirse incluso en una conversación cara a cara este fin de semana, pero para hacerlo tendrán que cambiar sus puntos de partida e ir de frente, de veras, sin indirectas ni hipocresías. Hasta hoy, lo que han hecho es alimentar las cuitas pendientes, que son enormes, y enturbiar todavía más un entorno que no era el más agradable. Es una guerra dialéctica Florentino Pérez solo quería negociar con Sergio Ramos directamente y evitar a René Ramos, su hermano y representante, con quien hay un antagonismo evidente en el club por diversas cuestiones de jugadores. El comienzo de las negociaciones no era el ideal y se ha intoxicado mucho más al extender esa falta de comunicación directa en el tiempo. La tópica frase de la relación entre Florentino Pérez y Sergio Ramos como una relación entre padre e hijo, con sus altos y bajos, no es real. Los dos han estado condenados a soportarse durante quince años porque son dos líderes, uno en la gestión del club como una empresa, el otro como referente en el campo. Pero los dos tienen demasiada personalidad y eficacia para ceder en sus posturas, porque ambos esgrimen razones sobradas para defenderlas hasta el final. No es fácil el acuerdo cuando un líder no cede. Los dos trenes chocan, nunca podrán ser complementarios. Se nota. El frío del filo de la espada se acusa en cada palabra o precisamente en cada ausencia de ellas, porque hay posturas personales tan encontradas que ahora, seis años más tarde, han vuelto a caer en el mismo error, el de las filtraciones interesadas para que otros hablen por ellos. Enorme error, otra vez. Y todos están cansados de repetir la misma guerra. El primero, José Ángel Sánchez, director general del Real Madrid, que es quien tiene que lidiar en directo el encontronazo a lo largo del tiempo. El desencuentro humano, que no económico, es tan grande que uno dice que no tiene oferta y otro asegura que la ha hecho. Sergio Ramos afirma que no le han hecho una propuesta de renovación. El club señala que sí se la ha presentado, por un máximo de dos temporadas, con una reducción de la ficha del 10 por ciento, de los 12 a los 10,8 millones netos por temporada. El sevillano niega conocer esa proposición y da a entender que si tuviera esa oferta por escrito la firmaría. Pero las dos partes lo esgrimen por intermediarios. El dislate de la incomunicación ha convertido este caso en un diálogo de difícil comprensión y las dos partes han querido llegar a este absurdo. Además, saben que deben solventarla ya. Renovar o no, pero solucionarla pronto, porque la incompatibilidad se acusa ya en el ambiente interno de la plantilla. Las diferencias personales se demuestran con el distinto trato en la renovación de Modric. El croata ha apalabrado su continuidad por un año, hasta 2022, con esa rebaja salarial del 10 por ciento. El capitán vive una realidad similar y no se ha sellado. Florentino Pérez le pide a Ramos que convenza al equipo para que firme otra rebaja salarial generalizada del 10 por ciento. Y el capitán piensa: «¿Y qué hay de lo mío?». Es el mejor ejemplo, el colofón de un absurdo.
De Deportes https://ift.tt/3bn8opy
0 comentarios:
Publicar un comentario