
A sus 32 años, la vida de Jonathan C. D., más conocido como Jony o Copito, siempre se ha escrito en renglones torcidos. Los que le conocen son conscientes de que este hombre, vecino de toda la vida de Arganda del Rey, nunca ha sabido elegir la mejor de las compañías. Aunque tampoco se engañen. Su existencia bien podría resumirse en una de las ya célebres canciones de los hermanos Muñoz (Estopa): «Dicen que son tus colegas los que te llevan por la mala vida, pero es que tú eres la oveja negra y que tú solito te lías...». Esta vez, sin embargo, la única «música» que sonó el lunes en la localidad madrileña fue la emitida por las sirenas de la Benemérita. «Se ha escapado otra vez. La que ha liado, ahora es Spiderman», llegó a comentar una allegada de Copito, en pleno desconcierto tras su sorprendente fuga. El Jony se encontraba huido de la Justicia desde el día de Nochebuena, cuando aprovechó el pequeño traslado a pie, desde el cuartel de la Guardia Civil a los Juzgados de Arganda, para empujar a un agente y zafarse a la carrera. Comenzaba así su paso a la clandestinidad, apenas un día después de haber sido sorprendido durante el robo a una vivienda. Dado su historial de delitos, la mayoría relacionados con este tipo de asaltos, su futuro más inmediato estaba entre rejas. Pero los planes de Copito no pasaban por despedir el año en un penal. Así, con la más que probable ayuda de familiares o antiguos compañeros de fechorías, el delincuente logró eludir el control policial hasta el pasado lunes. A primera hora de la tarde, fue localizado en un radio que comprendía la plaza de la Constitución y las calles Real, Solanilla y Carretas. De inmediato, numerosas unidades del Instituto Armado cercaron la zona ante el asombro de los vecinos, a ciegas en un primer momento y con las comunicaciones totalmente cortadas. Recuperadas las redes móviles, los rumores comenzaron a dispararse. «Noticia importante para los de Arganda. Un preso se ha escapado. Por si acaso no salgáis y cuidado, dicen que este tío escala tejados», fueron algunos de los mensajes que corrieron como la pólvora en Whatsapp, al igual que su fotografía. A estas alturas, Copito ya estaba en boca de todo el mundo. Fue tal el desconcierto que algunos le situaban, armado y con rehenes, en el interior de una sucursal de Bankia. Pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que el Jony consiguió dar esquinazo a todos, incluido al «pájaro», un helicóptero de la Guardia Civil que estuvo durante horas sobrevolando el enclave. Gracias a su agilidad para trepar por los tejados, Copito sorteó al menos una decena de azoteas antes de que su rastro se perdiera de nuevo. Los investigadores tienen claro que escapó con la ayuda de otras personas, que podrían estar ocultándolo. Sea como fuere, este delincuente de poca monta ha escrito una de las páginas más surrealistas en lo que va de año. El Jony, recuerdan en Arganda, tuvo una infancia complicada; pronto, conoció las penurias del reformatorio y al cumplir la mayoría de edad empezó a acumular una ristra de antecedentes. Ahora, tras este inesperado salto a la fama, no le queda otra que esfumarse. Y no solo de las autoridades.
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