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A los 10 años, sus amigos ya no querían seguir jugando contra él a ping-pong. Álvaro Robles (Huelva, 1991) ganaba siempre. Tanto como aparcar este deporte de verano y hacerse profesional del tenis de mesa. Tanto como para alcanzar lo que nadie había hecho antes: una medalla mundial, plata en Budapest 2019, tutear a las grandes potencias, como Alemania, desde donde atienda a ABC, y aspirar a desafiar al imperio oriental en Tokio 2020. Fue un talento algo ingenuo, en sus propias palabras, porque una cosa es que se le diera bien y otra decidir que la pala y la mesa serían su futuro. Con 14 años pasó de Huelva a Córdoba para seguir creciendo y encontró algunas de las metas...
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