«No se trata de madrileñofobia» ni nada que se le asemeje, ha dejado claro el vicepresidente y portavoz de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea. Pero en el recuerdo aún muy reciente lo vivido en marzo y abril, cuando el elevado movimiento de gente entre la Madrid y la Comunidad fue decisivo para que la propagación del Covid-19 situase a Castilla y León –sobre todo a algunas provincias como Salamanca, Segovia y Soria– entre las más afectadas por el coronavirus. Y ahora que la segunda ola del virus azota y de nuevo el territorio vecino se sitúa de nuevo a la cabeza en incidencia y la posibilidad que la limitación de movimientos se extienda a más zonas madrileñas es casi una certeza, los temores afloran. Eso sí, «no creemos» que la llegada de personas que habitualmente vivían en la Comunidad de Madrid sea «tan grande como en la primera ola», aunque «puede» ocurrir, ha señalado portavoz de la Junta. Y es que «ya se ha dado», ha apuntado. Como dato, que en verano han recibido la petición de cambio de tarjeta sanitaria a Castilla y León de más de 100.000 personas que residen en otras comunidades –no sólo en la madrileña–. Además, se han «incrementado» los empadronamientos en algunos municipios, hay pueblos en los que el mercado inmobiliario casi ha agotado las viviendas disponibles e incluso hay colegios de Infantil que tienen incorporaciones nuevas de alumnos de otros territorios. La población de las «grandes capitales ya había descontado» que puede llegarse a un nuevo confinamiento como el vivido la pasada primavera y quien tienen posibilidades se ha ido a vivir a su segunda residencia, señaló Igea. Así que ya dan por «descontado» con lo ocurrido en verano, cuando se abrió la movilidad, que se produzca una llegada de gente «tan grande como en la primera ola». Pero no es ese el temor principal ahora. La realidad dice que «las relaciones» con el territorio vecino siguen «siendo las mismas», con miles de personas que cada día se mueven por razonas laborales, a las que añadir en breve el flujo de estudiantes universitarios. «Por tanto, seguimos expuestos», ha puntualizado Igea, quien incidió en que no sólo se dan con Madrid sin también con otras comunidades como Aragón, País Vasco y La Rioja, también limítrofes y cuyas tasas de incidencia del Covid-19 son elevadas en esta segunda ola de la pandemia. «No» se trata del control de la movilidad en Madrid, sino que en esos flujos que existen entre ambas comunidades «se mantenga los controles» de distancia social, higiene de manos, uso de mascarilla y evitar aglomeraciones a la hora de acceder y salir del transporte público, ha señalado también en este sentido la consejera de Sanidad, Verónica Casado. Carta Así lo trasladó a sus colegas al ministro del ramo, en la reunión del Consejo Interterritorial de Salud del miércoles por la tarde. Y así se lo pidió ya el pasado viernes por carta el vicepresidente de la Junta al ministro de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos. Todavía sin respuesta por parte del Gobierno, la Junta reclama que se limiten los aforos del transporte público y las medidas de prevención. Por ejemplo, que mediante algoritmos, la venta de billetes impida que los vagones del tren –sobre todo AVE, Alvia y Avant– vayan a más del 50% de su capacidad de ocupación y que los usuarios viajen en asientos enfrentados. También, que se vigile el uso del cubrebocas durante el trayecto y se prohíba la ingesta de comida en los trayectos de corta y media distancia, así como que se disponga de gel hidroalcohólico en todos los vagones.
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viernes, 25 de septiembre de 2020
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» La llegada de madrileños no será tan grande como en la primera ola porque «ya se dio»
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