domingo, 27 de septiembre de 2020

ERC desconfía del PSOE y Puigdemont negocia en secreto su regreso

Puigdemont quiere tiempo para organizarse, designar a su candidato, remontar las encuestas y derrotar a Esquerra. Los republicanos quieren ir a elecciones, pero tienen asumido que Torra no va a convocarlas antes de ser -probablemente hoy- inhabilitado. Pere Aragonès, actual vicepresidente y seguro candidato de ERC, quedará de presidente en funciones pero no puede por ley adelantar los comicios ni nombrar ni cesar a consejeros. Los de Puigdemont, muy debilitados, sobre todo tras la ruptura con el PDECat, no quieren que Aragonès luzca demasiado como presidente; Esquerra teme la bronca porque tiene comprobado que en la bronca ganan siempre los convergentes. Por ello ambas formaciones están dispuestas a llegar a un pacto de mínimos que sirva para llegar con los daños controlados a la más que probable fecha electoral del 7 de febrero. Aragonès no ocupará el despacho del presidente en el palacio de la Generalitat ni dará el discurso de Fin de Año; estas son las principales concesiones de Esquerra. «Son dos concesiones mínimas», señalan primerísimas fuentes del partido. «En todo lo demás hará de presidente, será el presidente, y estará en todas partes». En ERC existe el convencimiento de que Aragonès sería mejor presidente que candidato y «aprovecharemos estos meses para que los catalanes le visualicen en el cargo». De fondo está el permanente recelo que cualquier movimiento del que hasta ahora ha sido el hermano mayor despierta en los republicanos, conscientes de las más inverosímiles trampas con que han sido enredados. Pero «esta vez no estamos preocupados. Están realmente acabados». De hecho, el círculo de confianza de Aragonès ni siquiera está seguro de que el pacto se acabe firmando. «Para que te hagas una idea del caos, Meritxell Budó [portavoz del Govern] es la única en aquella casa de locos que no se postula como candidata. Si ni entre ellos saben lo que quieren, no sé cómo podrán pactar algo con nosotros ». Es cierto que en Junts per Cataluña el caos es el escenario diario y empieza a cuajar la sensación de que la suerte y la magia se les podría haber acabado. Carles Puigdemont ya ha anunciado que no repetirá como candidato, entendiendo que prometer que volverá si gana es ya un truco agotado. Artur Mas está intentando a la desesperada salvar la unidad, por lo menos la unidad electoral, entre el PDECat y Junts, y hace pocos días convocó en su despacho a David Bonvehí (la vieja Convergència) y a Elsa Artadi (Puigdemont) para que el expresidente fugado aceptara en su candidatura entre 5 y 7 candidatos de su viejo partido. La reunión no sirvió para llegar a ningún acuerdo pero el habitual desprecio de Artadi no fue tal. Parece que el huido ha asumido finalmente lo que Jordi Pujol le escribió por carta: «Solo no vas a ganar». Sobre el candidato, el consejero de Políticas Digitales y Administraciones Públicas, Jordi Puigneró, continúa siendo el preferido, pero Puigdemont no ha comunicado aún su decisión y se deja querer por todos. El indulto y la sedición Sobre el posible indulto y la reforma del delito de sedición en el Código Penal, también Esquerra y Junts tienen estrategias entre opuestas y contrapuestas. Esquerra le planteó abiertamente a Sánchez una amnistía, y aunque ve bien el indulto, entiende que es un proceso que llevará «entre 9 y 12 meses y el PSOE recibirá toda clase de presiones; y los socialistas siempre ceden a las presiones. Nosotros pensamos que lo más fácil sería la amnistía, pero si ellos prefieren el indulto, que lo intenten y a ver qué pasa». Además, según los datos demoscópicos que maneja Esquerra, «y son los mismos que maneja el PSC, que suele tener datos muy fiables», Ciudadanos está creciendo en Cataluña desde el mes de julio, «y si Ciudadanos sube, el PSC baja. Esto es así. Ya verás que Iceta va a empezar en breve a cuestionar el indulto y a atacarnos. Él tiene muy claro que en las elecciones del 155 -las del 21 de diciembre de 2017- empezó a perder terreno cuando se le ocurrió hablar por primera vez de los indultos». De fondo, Junqueras se mantiene firme desde la cárcel: «La amnistía es la única solución». Pero su hombre de máxima confianza, Sergi Sol, dijo en TV3, sobre el indulto que el Gobierno ha empezado a tramitar: «En casa me enseñaron a ser agradecido con los favores que a uno le hacen y por supuesto que estamos abiertos a aprobar los presupuestos». De manera discreta, y siempre negándolo en público, Puigdemont está intentando pactar con el Gobierno la reforma del delito de sedición en el Código Penal. A través de su abogado, Gonzalo Boye, contactó con el diputado de Podemos, Jaume Asens, que le hizo llegar la propuesta al presidente del Gobierno. Puigdemont continúa asegurando en sus intervenciones públicas que la independencia es la única solución y que no hay negociación posible, pero se está rindiendo por la puerta trasera a cambio de garantizarse un regreso sin demasiados inconvenientes. El indulto no le sirve, porque antes tendría que ser juzgado y eventualmente condenado. Sobre la posibilidad de reformar la tipificación del delito de sedición, los republicanos admiten que «podríamos votar la reforma sin problema», en referencia a que «no estamos en la unilateralidad ni queremos repetir errores estratégicos del pasado». Y aunque Puigdemont intenta defender aún alguna épica, su entorno admite que «la independencia de Cataluña, si algún día llega, será el trabajo de otro presidente». Puigdemont tiene prisa para llegar a un acuerdo, porque sabe que lo más probable es que en febrero deje de ser presidente y que se quede con poco o nada que ofrecer al Gobierno a cambio del tremendo desgaste de facilitar su regreso. Esta reforma no es prioritaria para Esquerra, blanco de los más graves insultos y desprecios vertidos por el expresidente en sus dos libros sobre su huida, publicados recientemente.

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