martes, 29 de septiembre de 2020

Los socialistas se preparan para una nueva etapa con el reto de dar forma a la relación ERC-PSC

Desde que Pedro Sánchez recuperó en 2017 la Secretaría general del PSOE se abrió a medio plazo un entendimiento con Unidas Podemos que ha terminado por cristalizar en un Gobierno de coalición con el apoyo externo de fuerzas nacionalistas e independentistas. Las primeras piezas del puzzle ya han comenzado por tanto a encajar, pero en las filas socialistas se muestran todavía temerosos y escépticos respecto a la consolidación de esta fórmula. En el plano teórico la posibilidad de algún tipo de entendimiento tripartito entre ERC, PSC y los comunes se entiende como única alternativa al «procés». Pero en términos prácticos el entusiasmo es sustituido por las dudas. «Al PSC la campaña se le puede hacer muy larga como el debate esté consolidado en torno a con quién va a pactar», reflexiona un alto dirigente del PSOE que apunta a la «dificultad» de combinar el crecimiento atrayendo a sectores tibios del independentismo y a la vez a desertores de las filas de Ciudadanos, cuyo crecimiento entre 2012 y 2017 explica buena parte de la caída del PSC. Además, ya se manejan sondeos en Madrid y en Barcelona que apuntan a que la hemorragia naranja estaría taponándose. En el PSC, por contra, quieren aparcar ese debate sobre los pactos y se muestran convencidos de que lo que primará y beneficiará a los socialistas en estos comicios es que, al contrario que en 2017, creen que «el reencuentro» cotiza al alza. La aceleración del reto independentista en el otoño de 2017 situó al PSOE inequívocamente en el bloque contrario al independentismo y pactando con el Gobierno de Mariano Rajoy la aplicación del 155. En ese contexto se produjeron las últimas elecciones catalanas. El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, ya defendió en aquella campaña la necesidad de indultar a los presos. Fue desautorizado por la dirección federal del PSOE y tuvo que matizar sus palabras. No era el momento. Ya en esa campaña el PSC acudió en coalición con Units per Avançar, grupo promovido por antiguos dirigentes Unió Democrática de Catalunya, de raíces democristianas. Sin atender tanto al eje izquierda-derecha, aquel fue ya un primer intento por romper la dicotomía entre favorables y contrarios a la independencia. Y por construir un tercer espacio entre los llamados sectores templados de ambos bandos. Pero no era el momento. Ahora en cambio todo es diferente. Pedro Sánchez ya no es un líder del PSOE con pocas expectativas futuras sino el presidente del Gobierno. Si Iceta y su discurso fueron en 2017 desacompasados con la realidad del «procés» y con la posición del PSOE, en este momento todo encaja. Un momento Iceta. Puede que el último. En Ferraz nunca ha sido percibido como un candidato con gran tirón, pero su posición interna en el PSC está consolidada y, ahora sí, los diagnósticos del socialismo catalán y La Moncloa encajan a la perfección. La apuesta por «desinflamar» la situación será la hoja de ruta, por construir mayorías alternativas. Y en el horizonte... el tripartito. Solo su nombre genera dudas incluso en los más convencidos. Diferentes dirigentes socialistas descartan de plano la posibilidad de un Gobierno compartido entre ERC y PSC. «Queda mucho para eso», asegura un miembro del Gobierno que se muestra «convencido» de que las fuerzas independentistas volverán a pactar. El propio Iceta ha rechazado por ahora hacer presidente a un candidato de ERC. Y en el PSC hay importantes dirigentes que rechazan de plano compartir gobierno con la formación de Oriol Junqueras. Eso sí, si se da la situación política de que el independentismo no se una y la posibilidad aritmética de que alguna fórmula de entendimiento tripartito los sustituya el PSC abrirá la puerta. Pero en el socialismo catalán, en el PSOE y en los entornos de Unidas Podemos, todos con presencia en el Gobierno, se habla más de la fórmula de un Gobierno compartido entre ERC y los comunes con el apoyo externo del PSC, que se arrogaría el «control» del pacto sin compartir las decisiones. Miembros del Gobierno de España ven en esta fórmula una buena salida. Pero se elude ir más allá hasta que el tablero político no esté de nuevo distribuido. «Hay que defender el proyecto autónomo y de reconciliación que representa el PSC, que debe aspirar a ser mayoritario», defiende un ministro, que pide «no caer en la trampa» de estar cuatro meses hablando de pactos. El Gobierno ha hecho una apuesta inequívoca por imponer ese relato. Fuentes gubernamentales se muestran muy optimistas respecto a la posibilidad de que ERC apoye los Presupuestos Generales del Estado: «Para ellos puede ser una ventana de oportunidad», aseguran. Aunque de fondo siempre asoma el recuerdo de cómo «nos dejaron tirados» en la tramitación de las cuentas en 2019. Y tampoco se renuncia a convocar la mesa de diálogo si ERC y Junts se ponen de acuerdo. En la campaña será central el debate sobre los presos. El Gobierno ha empezado a trabajar «las dos vías» para buscar una temprana salida de prisión. Mediante los indultos, que genera más dudas internas, y con la reforma a la baja del delito de sedición. Y, ahora sí, la comunión con Iceta es total. Ayer mismo el líder del PSC apostó por abrir «espacios de reconciliación» con el independentismo. Incluyendo la necesidad de «abordar» la situación de los presos para «superar el problema» porque algunas condenas «son muy largas».

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