domingo, 27 de septiembre de 2020

Septiembre arroja ya casi tantos casos como el estado de alarma y 150 muertos

Potente en cuanto al número de nuevos contagiados y, por ahora, con algo menos de virulencia en su lado más destructivo: los fallecimientos. Así es la segunda ola del Covid-19 en Castilla y León. Si la resaca del primer impacto nunca se fue y el goteo de positivos y muertes siempre ha estado presente, lo cierto es que tras un verano en el que sólo julio sirvió de cierta tregua, en septiembre ha vuelto a coger potencia. Tanta, que los positivos de personas con el virus que deja ya este mes que aún no ha acabado son casi tantos como los confirmados también por PCR –la prueba de detección molecular que revela que el virus está activo en un cuerpo– como durante los más de tres meses que duró el estado de alarma y la limitación de movimientos de la población. Si Castilla y León recuperó la movilidad el 21 de junio con cerca de 19.900 casos de Covid-19 confirmados por PCR, sólo en este mes ha sumado a la estadística cerca de 18.000. Es, sin duda, el que más ha contribuido a elevar hasta las 46.600 las confirmaciones mediante esta prueba de infectados de coronavirus en la Comunidad, donde se superan los 53.000 casos, según los distintos test. En ningún momento la cifra ha parado de crecer, pero muy por encima de aquellos días de junio y julio donde el aumento era pequeño. Sólo la pasada semana se superaron los 5.500 nuevos casos más. 682 positivos más Han aumentado de manera notable los positivos –684 más notificados este domingo, de los que sólo 92 fueron diagnosticados con síntomas desarrollados las 24 horas previas– y la acumulación durante las semanas previas se ha dejado notar también tanto en los hospitales como en la cara más negra de la estadística, los fallecidos. 60 personas con coronavirus han perdido la vida en los últimos siete días en los hospitales de la Comunidad –ayer, siete–. En lo que va de septiembre, 150 han muerto con el virus llegado de China en sus cuerpos. Durante los algo más de tres meses del estado de alarma, cuando la pandemia golpeó con fuerza a Castilla y León –uno de los territorios más castigados–, con cerca de 19.900 casos confirmados, sólo en los centros sanitarios perecieron 2.051 personas, a los que añadir los decesos en las residencias de mayores y personas con discapacidad y los propios domicilios. El dramático final de marzo y comienzo de abril dejó jornadas en las que se superaron los 60, 70 y hasta 80 decesos diarios. Un tiempo en el que en los hospitales se llegaron a superar los 2.000 ingresados en planta y los 300 en las unidades de cuidados intensivos, que tuvieron que extender sus camas para críticos por otros espacios de los centros sanitarios para poder atender la alta demanda. Septiembre está dejando también un notable aumento de la presión hospitalaria y de los pacientes críticos, pero aún a distancia de esos días de dramático recuerdo. Eso sí, los ingresados van camino de triplicarse en comparación con el arranque del mes. Este domingo había en planta 684 personas con positivo en Covid, 67 más que el día anterior, y eso que se dieron otras 18 altas. En las uci, 92 en estado crítico –una menos–, lo que supone una cifra muy alejada de la de mediados de julio –tras un mes en la llamada «nueva normalidad»– en la que sólo quedaban cuatro pacientes en las unidades de críticos y la mayoría de los hospitales habían logrado dejar a cero el «contador» de críticos. Ahora, únicamente el del Bierzo está «libre» del Covid-19 en sus camas uci, pero en el resto de la Comunidad incluso hay centros en los que los pacientes con coronavirus son más de la mitad de los críticos ingresados, como Palencia –10 de los 16– y el Clínico de Valladolid –19 de 31– y el Río Hortega de esta misma ciudad, e incluso en Ávila (6) y Zamora (5) todos los que están en cuidados intensivos tienen coronavirus. En el de Burgos –la segunda provincia que más positivos volvió a sumar, donde hay más brotes y donde los más de 35.000 habitantes de Miranda de Ebro iniciaron este domingo sus catorce días de aislamiento por el avance del virus–, las camas uci están ya ocupadas al 92 por ciento y por encima del 70 e incluso el 80% las de León, Palencia, Salamanca y los dos centros hospitalarios de la capital vallisoletana. Los críticos casi se han triplicado en septiembre, después de que en agosto experimentasen ya un importante aumento. Si arrancaron mes con cuatro pacientes, lo terminaron con 34. Menos tiempo Más de dos y tres meses llegó a estar algún paciente en lo más duro de la pandemia en la uci. Entonces, el tiempo medio de ingreso en una cama de críticos se situaba entre las cuatro y las cinco semanas. Ahora, ha bajado a unas dos –entre 12 y 15 días–, como también ha descendido la edad media de quienes están hospitalizados por un virus que afecta a todas las edades y que incluso ha llevado a vigilancia intensiva a personas de menos de 50 y 40 años. Desde un año a los 101 se abre el abanico de los positivos en esta nueva ola, según dio a conocer hace unos días la consejera de Sanidad, Verónica Casado. La media de edad de los ingresados, a la baja, está en torno a los 65 años. Han ido aumentando los ingresos, pero sin alcanzar los niveles de lo más duro pasado hasta ahora en esta pandemia, pero también el ritmo de las altas, debido a que ahora los pacientes requieren menos tiempo de hospitalización. En estos algo más de tres meses casi 1.800 personas que requirieron ingreso han salido ya del centro sanitario. Diferencias El incremento exponencial de los positivos está detrás de esa mayor presión asistencia y de los fallecimientos, aunque no han aumentando en la misma proporción. Desde que se recuperó la movilidad han perdido la vida en los hospitales de la Comunidad 229 personas con Covid, lo que supone una media de algo más de dos al día. Eso sí, sólo en septiembre, 150, tras un julio sin apenas decesos –nueve– y un agosto en el que volvieron a incrementarse las defunciones –69–. Según la estadística de la Junta, el Covid-19 se ha llevado la vida de casi 4.700 personas contando también los fallecidos en las residencias (700, además de otros 814 hasta el viernes computados en los decesos hospitalarios) y los domicilios. Casi el 97 por ciento tenía 60 o más años y cerca de ocho de cada diez (unas 2.400 víctimas) eran octogenarios, nonagenarios o centenarios. Aún así, también hay muertos más jóvenes. Y han aumentado en estos últimos meses. De menos de veinte sigue sin haber, pero se han duplicado las pérdidas entre los 20 y 39 años, pasando de cinco a finales de julio a diez ahora, tres de ellas mujeres, cuando antes no había féminas fallecidas en este rango de edad. También han aumentado un 50% los muertos de entre 20 y 69 años, al pasar de 102 a 154.

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