
No son los mejores días para utilizar las apuestas como vara de medir ninguna cosa, pero pocas dudas hay de que de haber estado a pleno funcionamiento la que correspondía al autor del primer gol en el regreso de la Bundesliga hubiera tenido un valor irrisorio. Erling Braut Haaland, tres palabras que hasta hace dos días sonaban a nórdico y gracias, significan hoy al hombre del momento en el planeta fútbol. Lo era hace dos meses, antes de que el coronavirus paralizase todo, y nada ha cambiado ahora. Su dorsal volvió a lucir con más fuerza que ninguno después de que abriese el interior de su botín izquierdo dispuesto para embocar un tenso centro de Thorgan Hazard y poner al Borussia Dortmund en la senda del triunfo en el derbi del Ruhr ante el Schalke 04. Desmarque vertical, primer toque y para adentro, la rutina del gol de Haaland empieza a coger ritmo cansino, 19 años e infalible el noruego cuando desata esa estampida fría y ejecuta con la paciencia de un veterano. La experiencia invita a ser cauteloso con quien no deja de ser un crío de 19 años, si bien el empeño con que está tratando de quemar etapas hacia el estrellato dificulta no escribir su nombre seguido de tres o cuatro elogios. Por poner el asunto en perspectiva, se trata de un delantero que el año pasado estaba en el Molde noruego, fichó por el Red Bull Salzburgo y se asentó en un promedio superior al del gol por partido, debutó en la Champions con un triplete y mantuvo el ritmo hasta desmarcarse como máximo goleador y ni siquiera con esa obcecación descuidó su martilleo semanal: también en Dortmund está por encima del tanto por compromiso, nada menos que ocho en sus tres primeras apariciones con el conjunto del Wesfallenstadion. Poco a poco, aunque es más un decir que una realidad, Haaland se está labrando un aura de referencia mundial indiscutible. Consciente de que el talento se queda huérfano sin una referencia en forma de trabajo -su padre, que jugó en la Premier League, está tutelando sus primeros pasos-, sorprendió en sus primeros días en Alemania por la dedicación que le pone a todo lo que hace, obsesionado con mantener unos hábitos alimenticios pulcrísimos, aspecto clave para mantener esa potencia de carrera exagerada para quien raya el metro noventa y cinco, y siempre uno de los primeros en aparecer por la ciudad deportiva para ejercitarse en el gimnasio antes de pisar el césped con sus compañeros. La estampa impacta aún más cuando se atiende a cómo se comporta Haaland cuando el balón deja de rodar. En la entrevista pospartido del pasado sábado, plácido el noruego tras un 4-0, resolvió el asunto con once palabras, suficientes para dejar entrever que está contento, que se acuerda de sus amigos y que lo suyo es reventar mallas a pelotazos. «¿Por qué hiciste eso?», le preguntó el periodista en referencia a su celebración. «¿Por qué no?», respondió Haaland. «¿Era un mensaje?», quiso insistir. «Sí», concluyó el protagonista, quien no concedió más que un descontextualizado «a mis amigos» cuando se le pidió una explicación. Sus once palabras fueron la mitad de los pases que dio durante el encuentro (22) o la tercera parte de las veces que tocó la pelota (33). O una más que los goles que acumula en la Bundesliga desde que llegara en el pasado mercado de invierno. Hasta la decena ha llegado también en la Champions y la ha pasado en la liga austriaca (16), donde jugó la primera mitad del curso. La magnitud del asunto es tal que, si uno se pone a sumar los anotados en las Copas de Austria (4) y Alemania (1), se encuentra con que son ya 41 dianas en lo que va de temporada. Messi y Cristiano Ronaldo, las dos grandes referencias anotadoras de la última década, no alcanzaron semejante colección hasta haber soplado 22 y 23 velas, respectivamente. Poco después de su despliegue de síntesis frente al micrófono Haaland manifestó que tras el parón aún está lejos de su nivel, buena muestra de la ambición del chico, tan descarado para rebajar la tensión de ese gran test para el fútbol que era la vuelta de la liga alemana con un baile torpe como para lucir desaires cuando pesos pesados del equipo no le sirven los balones como a él le gustaría. Con una colección de portadas impropia de un imberbe, todo este ruido se multiplica hasta la extenuación una vez que los grandes buques europeos, entre ellos el Real Madrid, parecen haber dispuesto sus anzuelos para pescar en la piscina del Dortmund. Lógico, cuanto menos, pues, según publicó el diario «Bild», su agente, Mino Raiola, incluyó en su contrato una cláusula mediante la cual su apoderado es libre de firmar por cualquier club que deposite 75 millones de euros en la cuenta bancaria del club alemán. Tan popular se ha vuelto su figura que proliferan ya los memes jugando a los parecidos razonables con personajes de afamadas series como «Bola de Dragón» o «Breaking Bad». Reclamo mediático Se impone así la figura de Haaland como tema de actualidad perenne, reclamo de la Bundesliga por encima del siempre mediático Bayern. La figura del noruego es ya una justificación expresa para sentarse a ver una liga que el gran público asocia con el puño de hierro de Baviera, fundido ahora ante el empuje del ariete, capaz de eclipsar a un talento descomunal como Jadon Sancho. Suya es, en buena medida, la responsabilidad de que la retransmisión televisiva rompiese récords de audiencia. La cadena alemana Sky acumuló seis millones de espectadores en la franja de las 15.30, en la que jugaba el gigantón nórdico, un 320 por ciento más de lo habitual. Sesenta y seis días después del último partido, desprovisto el resto del continente de fútbol de nivel que llevarse a la boca, en Italia las cifras se situaron cercanas a las que habitualmente hace la Champions League.
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