domingo, 31 de mayo de 2020

La caza en 2040

Durante siglos no se ha planteado ninguna reflexión moral sobre el tema de la caza. La caza era un tema tratado extensamente en la obra de los artistas de todas las disciplinas, ocupando un lugar en la cultura humanista. Cazar es actuar ¿bien o mal? Esta es una pregunta muy reciente en nuestra sociedad. Se caza porque es uno de los derechos del hombre, reconocido por la Revolución francesa: los artículos 2 y 3 del decreto del 4 de agosto de 1789 se dedican a explicar la democratización de la caza, que hasta entonces había sido privilegio de la aristocracia. Aparecen enseguida las definiciones de especies cazables y sus períodos de veda. Es decir, que al democratizar la caza surge el concepto de su conservación. Entrando en el desarrollo de la nueva Tercera Carta, se comienza por definir y clasificar los animales entre «animales de renta», «animales de compañía» y «animales salvajes». La mayoría de la población urbana actual desconoce los animales salvajes y también los de renta. Solo está habituada a los animales de compañía, perros, gatos y demás mascotas. Y la frontera entre estos y las personas es cada vez más ambigua.  Se ha humanizado a la mascota y muchas personas se sienten más cercanas a sus perros y a sus gatos que a otros familiares y amigos. «Solo le falta hablar», hemos escuchado tan a menudo; y, probablemente, quien así se expresa no se da cuenta de que así le gusta que sea su querido perro, no vaya a ser que le contradiga. Somos compradores de amor y con los animales es más barato y más rentable. Últimamente se ha producido una diferencia de consideración hacia algunos animales –los grandes primates, algunas aves y cefalópodos–, admitiendo su conciencia y su inteligencia.  Y todo ello cristaliza en la renuncia a la diferenciación de los tipos de animales entre de renta, de compañía y salvajes. Todos ellos tienen los mismos derechos y nuestras relaciones con ellos están comprendidas en la «causa animal» frente a la «causa humana».  Proteger los ecosistemas Más allá de la distinción entre los tipos de animales y la protección de las especies, estamos asistiendo ahora a la protección de los ecosistemas. Se está dando «derechos humanos» a ríos, selvas, mares…: «Gangamama», el río Ganges como madre; el río Whanganui con los mismos derechos que una persona en Nueva Zelanda; o los derechos de la Tierra Madre en Bolivia. En Francia, lo salvaje prácticamente no existe desde hace mucho y toda la naturaleza no colonizada está protegida. Se ha pasado del auge del ecologismo al del animalismo, representado por el lema «Una sola salud». Este tema, aunque haya sido objeto de estudio antes de la Covid-19, es de actualidad por las relaciones de las epidemias con los animales transmisores: gripe aviar, tuberculosis de los jabalíes, etc. Se sustituyen los pictogramas que tienen al ser humano en lo alto de la pirámide con el resto de animales en distintas categorías, según se aproximan arriba o abajo, por nuevos pictogramas en los que todos los animales y los humanos están inscritos en un círculo sin categorías. Las consecuencias de todas estas teorías y realidades para la caza son claras y no muy difíciles de prever. En el documento que reseñamos se pone un ejemplo sobre la comparación de un día de chasse a courre, un tipo de caza a caballo con perros tradicional en Francia confrontado a la jornada de «tiro» de jabalíes, más que de su caza, que se da en un cercón. Representa un recurso para poder mantener a la población rural en épocas de dificultades para la agricultura y la guardería tradicionales.  Incluso en los casos en que se presenta una sobrepoblación de alguna especie, como los gansos en Holanda, que ya tiene también repercusiones en Francia, cazar unido a cantidad no tiene visos de poder prolongarse. En este caso último, se da la paradoja de que los holandeses son mayoritariamente partidarios de «eliminar» los gansos mediante envenenamientos masivos por gas y destrucción de los nidos y huevos más que del fomento de su caza.   Conocedores del medio En este sentido, la realidad de 2040 para los cazadores es algo abierto y que depende de nuestro comportamiento en este período. «La nostalgia es un error» (Simone Signoret) y el futuro está en nuestras manos. Tenemos que trabajar en ser buenos y en parecerlo. El combate moral contra la caza se ha de encontrar la resistencia de los cazadores, gentes civilizadas, conocedores del medio y conservacionistas, con sitio en una sociedad pluralista. Puede que no volvamos a conseguir la estima mayoritaria de la sociedad, pero debemos aspirar a su tolerancia.

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