jueves, 28 de mayo de 2020

El segundo padre de José Mari Olazábal

Ya no quedan relaciones como las de antes, de las que no necesitaban papeles para sellar un compromiso. Las de los apoderados y los toreros antiguos, donde un apretón de manos valía más que las firmas. Por eso, la amistad que forjaron Sergio Gómez y José Mari Olazábal desde 1979 escapa a lo habitual. El primero, agente comercial donostiarra, al que la vida le cambió un día cuando jugó su mejor vuelta de golf en el club de Jaizkibel. Entregó una tarjeta trece bajo par que le puso en cabeza del torneo social y ya estaba empezando a celebrar la victoria con sus amigos cuando, en el último partido, se llevó una desagradable sorpresa. «De repente apareció un niñato tonto de 13 años que hizo un golpe menos que yo. Era José Mari, que ni siquiera se había desarrollado físicamente, pero que ya me cautivó. Desde entonces, en lugar de odiarle, apredí a amarle», comentó posteriormente sobre su primer encuentro. Y es que las cualidades del pequeño superaban lo imaginable por cualquier aficionado. De ahí que Gómez se pasara las tardes ensimismado viéndole dar bolas en la cancha de prácticas y decidiera apoyarle en sus primeros momentos. Viajaron por toda España a bordo de un 600 y le sirvió de traductor en sus primeros viajes, donde ganó el Open Británico en tres categorías. Luego, ya como profesional, sellaron su relación de manera estable y tanto Sergio como su mujer Maite se convirtieron en unos miembros más de la familia del golfista. Como si fueran unos padres adoptivos, viajaban juntos, con el manager encargado de que todo estuviera a punto en los campos y su esposa de procurar un ambiente acogedor con comidas caseras al volver de trabajar. El incremento de éxitos y popularidad de Olazábal hizo la tarea más complicada a su mentor, pues además de los asuntos meramente deportivos, tenía que atender a otros comerciales o relativos a su empresa de diseño de campos de golf. Pero siempre su escudo protector lograba que el jugador no tuviera que preocuparse por otra cosa que no fuera por competir de las mejores maneras. Políglota, gran conversador y sin pelos en la lengua, siempre tenía un momento para charlar de golf, lo que dominaba como nadie. Siempre al lado de José Mari, lo largo del tiempo se relacionó con las más altas instancias politicas, sociales y deportivas. Conocía los entresijos de los promotores (lo fue también en primera línea), el de los jugadores, el de los caddies (llevó la bolsa de Chema en varias ocasiones, incluida la Ryder Cup de 1987) y el de la prensa. Fue editor de revistas y comentarista de televisión, por lo que se manejaba bien entre periodistas y sabía cómo dar buenos titulares. «Yo sigo para adelante, que no es poco», fue su último mensaje el mes pasado, ya muy debilitado por su enfermedad. Sergio Gómez (1945-2020) Sergio Gómez Jaén nació el 14 de abril de 1945 en San Sebastián, donde también falleció el 27 de mayo de 2020. Socio del golf de Jaizkibel, conoció a Olazábal a los 13 años y desde entonces ha dirigido su carrera. Primero le acompañó en categoría amateur y luego, al pasar a profesional, como manager y representante.

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