domingo, 31 de mayo de 2020

La violencia callejera tensa la precampaña de las elecciones en el País Vasco

La resaca de las movilizaciones del sábado en favor del etarra Patxi Ruiz dejó otra oleada de ataques en las calles vascas, con una nueva pintada en una sede del PNV. El fantasma de la violencia aumenta cuando falta menos de un mes y medio para la cita electoral en el País Vasco. Y en el epicentro del terremoto se haya la coalición EH Bildu de Arnaldo Otegui, que se ve ahora acorralado en la batalla interna del nacionalismo radical. Han pasado ya tres semanas desde que Ruiz, disidente de ETA contrario a su «liquidación», anunciara la huelga de hambre. Su protesta sirvió a los extremistas como pretexto para reemprender una campaña de acoso a partidos y políticos que parecía ya superada pero que, a tenor de lo acontecido, puede acabar convirtiéndose en un factor más de la campaña electoral. Los partidos vascos han reclamado públicamente a Bildu que trate de poner freno a los actos de «kale borroka». Pero es cierto que la existencia de ATA, el movimiento que acoge a la facción más dura del nacionalismo radical, incomoda a Otegui, cuya fachada de adalid de la paz en la Comunidad Autónoma vasca se resquebraja por su negativa a condenar la violencia por temor a enfurecer a su propio entorno. Bildu sigue incapaz de romper con su pasado violento. La heredera de Batasuna se mantiene en una posición equidistante, y se ha negado a suscribir declaraciones de «condena» de la violencia tanto en el Parlamento vasco como en diversos ayuntamientos, incluidos los de Galdácano y Durango. En este último, por cierto, con la complicidad de Podemos, que arropó a los batasunos en su negativa a apoyar un texto de repulsa hacia este tipo de actuaciones. Esta situación puede poner en entredicho la libertad de los propios dirigentes políticos para llevar a cabo su campaña de cara al 12 de julio. Lo padeció Idoia Mendia, secretaria general del Partido Socialista vasco, en cuyo domicilio lanzaron pintura y folletos de los proetaras. Aquello sucedió la noche del 19 de mayo. Un día después, una caravana de coches desfiló por delante de la casa de la socialista con fotografías del preso. El acoso sigue presente en las calles del País Vasco. El último episodio de violencia con el sello de los proetarras tuvo lugar la noche delsábado, cuando desconocidos realizaron pintadas en el «batzoki», sede del PNV, del barrio bilbaíno de Deusto, que precisamente ya fue objeto de sabotaje en días anteriores. Durante la madrugada se calcinaron además seis contenedores en el municipio vizcaíno de Lequeitio, aunque fuentes del Departamento de Seguridad informaron de que todavía se desconocen la identidad de los autores.

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