domingo, 31 de mayo de 2020

El turismo rural próximo a Madrid ya tiene julio y agosto al 30% de ocupación

Por sus especiales características –alojamientos generalmente pequeños, muchos sólo de alquiler completo y asentados principalmente en el medio rural, en núcleos o espacios con baja densidad de población– se prevé que el turismo rural o de interior pueda tomar la delantera en la recuperación del sector turístico en la crisis derivada del Covid-19. Por el momento, y en plena fase 1 de desescalada en toda Castilla y León –sólo el área de salud del Bierzo y Laciana pasará a la fase 2 este lunes aunque se prevé que el resto de la región lo haga a partir del 8 de junio–, las previsiones invitan a cierto optimismo, al menos en Segovia y Ávila, las provincias más próximas a Madrid, tradicionalmente uno de los principales mercados emisores de Castilla y León. Fue hace dos semanas, a partir del anuncio del paso a la fase 1 en toda Castilla y León y también en la Comunidad de Madrid, cuando la asociación Casas de Gredos, la que más alojamientos de turismo rural aglutina en la provincia de Ávila, con más de 200, anotó el punto de inflexión. «Fue el momento en el que comenzamos a tener reservas para julio y agosto y de momento estamos teniendo buenas previsiones», señala Itziar Domingo, de la central de reservas de la agrupación, quien confirma que cuentan ya con un 20 por ciento de ocupación para los meses de julio y agosto, Algo más elevado es ya el porcentaje que manejan en Segovia, cuyos establecimientos están recibiendo peticiones que rondan algo más del 30 por ciento de ocupación, y esperan incrementaras en los próximos días, confirma Domingo Asenjo, presidente de Asociación de Turismo Rural y Activo de Segovia. Esta convencido este representante del sector de que las «circunstancias» derivadas de la crisis sanitaria van a hacer mirar a otro tipo de turismo «que no es el de playa» y aboga por prepararse a conciencia y con las medidas de seguridad e higiene necesarias para conseguir «fidelizar a un cliente que hasta ahora no había contemplado» esta opción vacacional. Coinciden tanto Asenjo como Domingo en que, observando las primeras reservas, perciben un cliente más familiar, así como un cambio en el tipo de alojamiento que se busca –entero y si es posible con patio o piscina– y en la duración de las estancias. «Buscan fechas fijas y de larga duración. Otros años era un turista de fin de semana, de tres o cuatro días como máximo, y ahora se están haciendo reservas de una semana, quince días e incluso del mes completo», apuntan desde Casas de Gredos. Desde otra agrupación abulense, la Asociación de Empresarios de Gredos Norte, que aglutina a alrededor de cien entidades y empresas, confirman también que están registrando las primeras reservas para julio, «tradicionalmente un buen mes», aunque «lógicamente, vamos tarde, porque para nosotros mayo y junio son también muy buenos con el Festival del Piorno», explica su presidenta, Isabel Sánchez. Madrid, toda la provincia de Toledo y Cáceres eran en la era «pre-Covid» los orígenes de sus principales clientes y «creemos que esto no vaya a cambiar, aunque sí la forma de abordar este tipo de turismo». Alguno de sus establecimientos, como el hotel «El Milano Real», en Hoyos del Espino, ya tiene huéspedes desde el pasado lunes procedentes de la capital abulense. De hecho, las medidas que ha adoptado quieren que sirvan de guía y ejemplo para otros establecimientos, señalan desde Asenorg. No obstante, la percepción del resto de asociaciones provinciales no es tan optimista. Incluso en algunas agrupaciones como las de Valladolid y Burgos, radicalmente opuesta. A «cuentagotas» están llegando las reservas a los alojamientos asociados a Turalbur, aunque perciben en ellas esa tendencia «a viajar más en familia que en grupos de amigos», señala su presidente, Francisco Herrasanz, quien cree que País Vasco y Comunidad de Madrid seguirán siendo sus principales mercados emisores. «Dadas las circunstancias», el representante de este sector turístico en Burgos sí tiene la percepción de que éste puede tener ciertas «ventajas»: «Son alojamientos completos donde no se tiene relación con otros visitantes y en ellos se va a estar con gente conocida, ya sean amigos o familia». «La gente va a huir de la masificación y buscar zonas donde la incidencia del virus haya sido baja y ese es nuestro caso», señala también al respecto Ana Cámara, presidenta de la Asociación de Turismo Arribes Sur, en Salamanca, que desde el año pasado aglutina a 25 establecimientos y empresas de la zona. Considera, además, que la idiosincrasia de los alojamientos rurales «hace más fácil la adaptación de los protocolos sanitarios», así que «si hacemos bien las cosas y cumplimos las normas, pueden funcionar perfectamente». No obstante, hasta la fecha dice que sólo han registrado llamadas para «tantear»: «Nos hacen consultas de cara a agosto y septiembre, pero tienen muchas dudas». Incertidumbre «Incertidumbre y falta de confianza» es lo que percibe todavía el presidente de la Asociación Provincial de Turismo Rural de Valladolid, Luis Chico, quien ve el panorama todavía bastante negro: «Estamos totalmente parados». Tampoco lo ven claro desde Aletur, la principal asociación leonesa. «Cuando el Gobierno habla de que el turismo rural va a ser la salvación pues probablemente sea así, pero no va a tener como destino Castilla y León», sentencia el secretario de esta última agrupación, Jesús del Río, quien cree que por lo general el turista «no va a dejar de recurrir al sol y la playa», aunque sí puede que cambie el tipo de establecimiento al que acuda. Precisamente en este sentido, cree que los alojamientos que pueden resultar más atractivos en la Comunidad de cara al verano son los que dispongan de piscina, «¿pero cuántos son? ¡Se cuentan con las palmas de dos manos!». En cualquier caso, insiste este empresario en que «mientras no haya movimiento interprovincial nos podemos olvidar de todo». Afirmación con la que coinciden desde Valladolid, y recuerdan que éste no se producirá hasta la fase 3. Mientras, estos establecimientos siguen preparándose siguiendo las recomendaciones de Gobierno y Junta, y algunas de estas asociaciones incluso están impulsando la creación sellos de garantía propios ante el «robo» que les parece el promovido desde el Instituto para la Calidad Turística. «Ahora mismo no nos podemos permitir pagar 600 euros. Lo debería costear la administración», sentencian en este sentido Luis Chico.

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