domingo, 31 de mayo de 2020

Los hospitales gallegos, después de la batalla

Y después de la tormenta, el esperanzador sonido de la calma. A punto de cumplirse los tres meses desde que a principios de marzo el coronavirus hincara sus garras en la Comunidad gallega, los hospitales y centros de salud de la esquina noroeste peninsular afrontan una nueva etapa en la que la enfermedad comienza finalmente a desvanecerse del horizonte sanitario, al menos por ahora. La atención en UCI ya se reduce a la mínima expresión (tres pacientes ingresados en total, según los datos de ayer), las hospitalizaciones no superan las 40 en toda la región y el número de contagios activos cae de manera sostenida desde hace varias semanas. Si a finales de marzo se situaban en cerca de 3.500, con casi 500 nuevas infecciones cada día y la friolera de 15 o incluso 20 fallecidos, los óbitos diarios no pasaron de uno esta semana, los positivos confirmados por PCR rondaron los dos y menos de 750 personas se encuentran ya bajo tratamiento. Con este nuevo escenario, los sanitarios, quienes comienzan a notar los efectos del cansancio tras meses de dejarse cuerpo y alma a diario, inician sus merecidos periodos de vacaciones mientras los propios centros ultiman protocolos con los que tratar de mantener a raya al virus hasta la llegada de la vacuna. «La presión asistencial de ‘caso Covid’ ha disminuido en las últimas semanas, pero a cambio están comenzando a aumentar los ‘casos no-Covid’, cuya atención había disminuido en Urgencias y en el resto de la atención hospitalaria a lo largo de esta primera etapa. Ahora hay que contemplar la asistencia sabiendo que debemos integrar la atención de los posibles casos con la habitual», relata a ABC Azucena Prieto, coordinadora del Servicio de Urgencias del Hospital de Barbanza, en La Coruña. Poco a poco, los hospitales y centros de salud avanzan en su propio proceso de desescalada al retomar una actividad que había sido prácticamente suspendida en su totalidad tras la irrupción del coronavirus. En Galicia, el Sergas ha diseñado un plan compuesto por cuatro etapas que concluirá el próximo 3 de julio con el regreso de la actividad investigadora, entre otros servicios. A partir de la entrada en la fase 3 está además prevista la recuperación de casi toda la cartera, incluyendo operaciones quirúrgicas y el restablecimiento de ambulancias para atención no relacionada con coronavirus. Atrás quedan los días en los que la posibilidad de tener que recurrir a los hospitales de campaña, una opción que el Gobierno gallego contempló, planificó y llegó incluso a poner en marcha no resultaba un escenario tan descabellado. Corría la última semana de marzo y el avance del virus se acercaba peligrosamente a alcanzar su punto álgido en la Comunidad. El presidente de la Xunta anunció que se habilitarían dos, uno en La Coruña y otro en Santiago, y contarían con entre 200 y 300 camas el primero y 100 y 150 el segundo. Pero pasaron las dos primeras semanas de abril, la epidemia tocó techo con 178 ingresos en UCI y el empleo de los dos espacios improvisados no fue finalmente necesario. El día 15, Galicia regresaba a la fase 2, de contención, y con ello Feijóo anunciaba que descartaba su uso salvo en caso de rebrotes. Ahora, los sanitarios aplauden la anticipación del Gobierno gallego y creen que el hecho de ir con entre 10 y 15 días de retraso respecto a la situación epidemiológica de la capital resultó clave para no tener que llegar a ese extremo. «Fue sin duda un acierto. La situación de la última semana o de los últimos 10 días de marzo hicieron pensar que podríamos llegar a utilizarlos, pero posteriormente con las medidas de confinamiento, la actitud ejemplar de la población y el hecho de ir por detrás de Madrid nos hizo ser más optimistas dentro de la lógica cautela ante una pandemia de la que desconocíamos muchas cosas», señala José Manuel Fandiño, jefe del Servicio de Urgencias del Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña (CHUAC). Lecciones La intensidad de los acontecimientos vividos en los últimos dos meses y medio ha dejado a su paso un reguero de emociones de todo tipo, pero también ha servido para la extracción de conclusiones y lecciones por parte de los sanitarios. «Además de la trascendencia vital del trabajo de equipo, ha quedado más claro si es posible la importancia de que los pacientes, familiares y profesionales deban ser tratados en todas sus dimensiones, en la que la esfera emocional es igual de importante o más y requiere su tiempo específico. Informar, explicar el motivo de las medidas tomadas, escuchar, sonreír y acompañar aunque el paciente esté aislado son acciones tan importantes como suturar una herida abierta en el tiempo y forma adecuada», resalta la doctora Prieto. Por su parte, Manuel Rodríguez Piñeiro, vicepresidente del Colegio Médico de Pontevedra, prefiere poner el acento en aquellos aspectos «mejorables» del sistema sanitario que la crisis, considera, ha dejado al descubierto. «Hablamos siempre de que tenemos una sanidad muy buena y sí, la estructura está muy bien diseñada, pero tiene muchas limitaciones para poder realizar su actividad de manera plena para toda la sociedad. Eso se debe fundamentalmente a que tenemos un déficit de personal. La sanidad pública es algo que debemos de cuidar y valorar en su justa medida, y para eso tenemos que poner a su disposición todos los medios que necesita sin distinciones», opina. Nadie es más consciente que ellos de que esta coyuntura está todavía lejos de terminar, pero se muestran plenamente convencidos de que los hospitales están ahora mucho más preparados para gestionar posibles rebrotes que puedan surgir en el futuro. «Tenemos la suerte de contar un gran sistema sanitario, y si hasta ahora desconocíamos muchas cosas y todo salió bien, si hay nuevas oleadas estaremos más entrenados si cabe», afirma Noemí Cid, enfermera del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo y miembro del Colegio de Enfermería de Pontevedra. Lo mismo piensa la doctora Prieto, quien subraya que «se han implementado gran cantidad de actuaciones que se pueden mantener, como la ampliación de la capacidad de atención en la central de llamadas para atención telefónica, la atención a los pacientes de residencias sociosanitarias de forma centralizada con equipos médicos específicos, la asistencia a los afectados en domicilio a través de la plataforma Telea o la coordinación de los diferentes equipos en Atención Primaria y en Hospitalización». La posibilidad de rebrote es más que factible, pero su alcance dependerá, como bien se afana en recordar el doctor José Manuel Fandiño, de «la capacidad de la sociedad de seguir comportándose como lo ha hecho hasta este momento».

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