Estados Unidos alcanzó este jueves la cifra de 1.416.528 casos confirmados de COVID-19 y la de 85.813 fallecidos, de acuerdo con el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins. El balance a las 20.00 hora local era de 26.593 contagios más que el miércoles y de 1.754 nuevas muertes.
El estado de Nueva York se mantiene como el gran epicentro de la pandemia en el país, con 343.051 casos confirmados y 27.607 fallecidos, una cifra parecida a la de España y solo por debajo del Reino Unido e Italia. Tan solo en la ciudad de Nueva York han muerto 20.406 personas.
A Nueva York le siguen la vecina Nueva Jersey con 142.704 casos confirmados y 9.946 fallecidos, el estado de Illinois con 87.937 contagios y 3.928 decesos y Massachusetts, que ha reportado 82.182 positivos por coronavirus y 5.482 muertos. Otros estados con un gran número de fallecidos son Míchigan con 4.787, Pensilvania con 4.288 y Connecticut con 3.219.
El balance provisional de fallecidos -85.813- sigue por debajo de las estimaciones iniciales de la Casa Blanca, que proyectó en el mejor de los casos entre 100.000 y 240.000 muertes; pero ha superado ya con creces los cálculos más optimistas que hizo a posteriori el presidente, Donald Trump, de entre 50.000 y 60.000 fallecidos.
Desde entonces, sin embargo, Trump ha aumentado su pronóstico en varias ocasiones hasta reconocer en su cálculo más reciente que la cifra final probablemente estará entre 100.000 y 110.000 muertos.
El Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, en cuyos modelos de predicción de la evolución de la pandemia se fija a menudo la Casa Blanca, calcula que para comienzos de agosto la crisis habrá dejado más de 147.000 muertes en Estados Unidos.
Un destacado científico que hasta hace poco asesoraba al gobierno de EE UU. cuestionó este jueves los pasos de la Administración de Donald Trump ante la pandemia, al advertir de que se necesita "una estrategia" y atender las recomendaciones de los expertos para evitar "un número ilimitado de muertes", cuando la mayoría de los estados ya avanzan hacia la vuelta a la normalidad.
El doctor Rick Bright, destituido en abril de la dirección de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado Biomédico, un ente que depende del Departamento de Salud y que entre otras funciones supervisa la investigación sobre un remedio para la COVID-19, defendió ante el Congreso la necesidad de que el Gobierno garantice el desarrollo de una vacuna y la producción de suficientes dosis pare evitar un repunte de la pandemia.
En su testimonio ante un comité de la Cámara de Representantes, Bright apuntó que el Ejecutivo carece de un plan para producir, en caso de que se descubra, una cantidad suficiente de vacunas.
"No hay ninguna compañía que pueda producir suficientes dosis para nuestro país o para el mundo. Habrá un número limitado. Necesitamos crear una estrategia ahora mismo para asegurarnos no solo de que la vacuna puede salir adelante, sino también de que se puede producir y distribuir de una manera justa", afirmó.
La Casa Blanca ha lanzado una iniciativa, llamada "operación de velocidad endiablada", para producir, distribuir y administrar la vacuna una vez que esté disponible, pero Bright prevé que ese plan no será efectivo y ha sembrado dudas sobre la posibilidad de que haya una vacuna en un plazo de entre 12 y 18 meses.
"Hay mucho optimismo sobre ese plazo de 12 y 18 meses, pero eso solo ocurrirá si todo va de manera perfecta y nunca hemos visto que todo salga a la perfección. Me preocupa que, por apurarnos e ir demasiado rápido, se eliminen algunos pasos fundamentales y es posible que no sepamos si esa vacuna es completamente segura", alertó.
El científico recomendó igualmente tener cautela para evitar "un número ilimitado de muertes", al considerar que no será posible volver a la "normalidad" que precedió al virus.
"Sin un plan claro para la planificación e implementación de los pasos que hemos definido otros expertos y yo, 2020 será el invierno más oscuro de la historia", vaticinó.
Sin embargo, Trump arremetió este jueves en Twitter contra el experto.
"No conozco al denunciante Rick Bright, nunca lo conocí y nunca oí hablar de él, pero para mí es un empleado descontento que no agradaba a nadie y que, con su actitud, muestra que ¡No debería estar trabajando para nuestro Gobierno!", publicó en su cuenta el mandatario.
I don’t know the so-called Whistleblower Rick Bright, never met him or even heard of him, but to me he is a disgruntled employee, not liked or respected by people I spoke to and who, with his attitude, should no longer be working for our government!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) May 14, 2020
También el Departamento de Salud salió al paso de estas críticas al puntualizar en un comunicado que "está en enérgico desacuerdo con las alegaciones y caracterizaciones hechas" por el científico ante el Congreso.
Durante la jornada se conoció que más de 2,9 millones de personas solicitaron la semana pasada el subsidio por desempleo en EE UU, lo que eleva a 37 millones los trabajadores que han tenido que recurrir a esta ayuda en las últimas siete semanas.
Este dato superó las expectativas de los expertos y develó que los estados donde hubo mayores aumentos en las solicitudes de subsidio por desempleo fueron Florida, California, Georgia, Texas y Nueva York, indicó el Departamento de Trabajo.
El desempleo ha pasado en EE UU del 4,4 % en marzo al 14,7 % el mes siguiente, el mayor incremento de este indicador nunca visto hasta la fecha y las perspectivas no son halagüeñas.
David Mericle y Ronnie Walker, dos economistas de Goldman Sachs Group, han revisado sus cálculos sobre la desocupación y han advertido de que puede pasar de un 15% a un 25 % y mantenerse alrededor del 10% hacia fin de año, el mismo nivel que marcó en octubre de 2009, cuando el país salía de la Gran Recesión.
Y mientras se preparan nuevas ayudas para apoyar la economía y un regreso a la normalidad, la portavoz de Trump, Kayleigh McEnany, dijo que el presidente está "abierto" a la aprobación de un nuevo conjunto de medidas de estímulo, pero rechaza de plano el plan presentado esta semana por los demócratas, que incluye ayudas a los inmigrantes indocumentados.
"El presidente ha dicho que se está tomando su tiempo y está reflexionando sobre esto", declaró la portavoz a los periodistas en la Casa Blanca.
McEnany apuntó que "ciertamente" no apoyan el proyecto de ley presentado por la líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que consideró "lleno de ideas demócratas como dar pagos directos con dólares de los contribuyentes estadounidenses a inmigrantes ilegales".
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