miércoles, 27 de mayo de 2020

Corte de digestión

Recuerdo que, de muy niño, cuando mi madre nos llevaba a mi hermano y a mí a la piscina, nos obligaba a guardar la digestión. Y mientras los demás niños nadaban, se tiraban en bomba, o hacían aguadillas, mi hermano y yo dábamos vueltas en torno a la piscina, sin entender muy bien por qué ellos podían bañarse y nosotros no. Los mirábamos expectantes en busca de algún gesto que delatara que se les había cortado la digestión. Acaso la sonrisa extraña de esta niña. Quizás el chillido de aquel niño. Pero nada, ni rastro de hidrocución en sus rostros. Al final, tras una docena de noes de respuesta, habiendo trascurrido mínimo dos horas desde que habíamos comido el bocata, la mujer nos daba permiso para bañarnos. Así todo el verano hasta que, sorprendentemente, un día nos dejó ir al agua tras comer. Habían venido unos primos de Madrid, y se conoce que mis tíos la debieron convencer de que no pasaba nada. Esa es la sensación que tengo en la actualidad. Tras un durísimo confinamiento han venido días con imágenes de personas de otras CCAA disfrutando de mayores grados de libertad que nosotros, sin que la Junta de Castilla y León nos haya dejado pasar de fase por prudencia, porque primaba el criterio sanitario al económico. Y ahora, como cuando vinieron mis tíos de Madrid, de repente dice la Junta que podemos bañarnos en la piscina sin tener que guardar la digestión. ¡Esperemos que no se nos corte! En cualquier caso, muchos agradecen este sorprendente cambio de criterio, pero muy especialmente los ahogados hosteleros, quienes por fin ya han podido abrir sus locales. Lo malo es que, en este ámbito, como en muchos otros, ya nada será igual. ¿Por qué? Si me permiten reducirlo a un frío análisis de mercado, porque la demanda se va a desplomar (por imperativo legal por aquello de la distancia social, o por una mayor conciencia cívica de los ciudadanos) y el exceso de oferta se va a llevar muchos establecimientos hosteleros por delante, y debemos estar preparados para ello. Es un déjà vu. Ya pasamos por algo similar hace años en otro sector, el de la construcción. La crisis financiera originada en EEUU en 2008 evidenció la sobredimensión del sector de la construcción en España, que por aquella época representaba más del 10% del PIB. La crisis lo redujo hasta el actual 5%, cerrando miles de empresas y destruyendo 1’7 millones de empleos en diez años. Dramático ¿Verdad? Pues me temo que la crisis sanitaria originada en 2019 en China va a recordarnos el excesivo tamaño del sector de la hostelería en España. Sí, en España hay más bares que en todo EEUU. Somos el país con más bares por habitante del mundo, igual que Castilla y León es la región con más bares per cápita. Y las cinco capitales de España con más bares por habitante son, por este orden: León, Salamanca, Zamora, Orense y Palencia. Por tanto, una vez superada la crisis sanitaria, al igual que hubo un vergonzante rescate a la banca y un desastroso Plan E para la construcción, debería definirse una estrategia de apoyo a la hostelería, para que el coste en términos de paro y ceses de actividad sea el menor posible. Con este panorama, no me quedan ganas de darme un chapuzón, Consejera.

De España https://ift.tt/3d5bA7k

0 comentarios:

Publicar un comentario