El conocido como crimen de la bañera de Las Rozas no escondía una motivación sexual. Así parece indicarlo tanto la exploración realizada al detenido, de 15 años, como la autopsia de la víctima, de 41, que vivían en el mismo piso y que fue cometido el pasado miércoles. El piso se encuentra en el número 12 de la avenida de la Constitución, a apenas 50 metros de la sede consistorial. Fuentes del caso indicaron a ABC que en principio los datos recabados permiten descartar que se hubiera producido un intento o ataque sexual deliberado por parte del menor. Algunos medios habían apuntado a ello y todo parece pivotar sobre dos ejes que se complementan: los posibles celos del adolescente contra Sonia, que habría captado la atención de su abuelo en el mes y medio o dos meses que llevaba ella pernoctando en la casa, y algún tipo de alteración mental no diagnosticada o no tratada que le llevó a un brote psicótico. Una combinación homicida que le llevó a estrangularla en la bañera. En el momento de su detención, en la avenida del Polideportivo de Las Rozas, dos horas después de que su hermano de 13 años descubriera el crimen al regresar del colegio, el encartado, marroquí, portaba una mochila negra. Entre otros enseres, llevaba ropa, pues pretendía huir, pero se habría intentado de deshacer de prendas manchadas de sangre: Sonia se intentó defender hasta el último suspiro, pero el cable arrancado de una plancha a manos del sospechoso acabó asfixiándola. En ese preciso instante, espetó a los agentes: «Me buscáis por lo de la bañera, ¿no?» . Sin embargo, en las horas posteriores, ya arrestado, el chaval ‘enmudeció’. No quiso reconocer los hechos. El juez de Menores, a petición de la Fiscalía del ramo, decretó 24 horas después el ingreso en régimen cerrado en un centro de la Comunidad de Madrid, a la espera de ser juzgado. Una de las diligencias que se van a practicar es una evaluación psiquiátrica del menor, amén de un estudio de la situación familiar: la madre reside en Madrid desde 2010 (está separada del primer marido, acusado de malos tratos y tráfico de drogas) y el segundo hijo es de otra pareja. Los menores residían con el abuelo, de 64 años, quien negó que hubiera conflictos y que mantuviera una relación con Sonia, quien además tenía de pareja a otra mujer.
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