Fin a la Copa África de Naciones, reducto surrealista del fútbol, torneo de mil y una historias. Puso la puntilla Senegal al llevarse el título contra Egipto en los penaltis tras un partido denso (0-0) y definido de forma inevitable por Sadio Mané, astro de los nuevos campeones. El delantero falló un penalti a los siete minutos de encuentro pero se rehízo al anotar el quinto y decisivo en la tanda final (4-2), con un disparo que atravesó la portería de Gabaski por su lado derecho. Senegal saboreó la gloria al levantar su primer torneo continental pero, sin embargo, el duelo giró entorno a dos compañeros que durante unas horas fueron rivales. El choque de favoritas, una vez eliminadas Marruecos y Argelia, miró desde la previa a sus dos estrellas: el ya mencionado Mané y el egipcio Mohamed Salah. Los dos portentos goleadores comparten vestuario desde enero de 2017 en el Liverpool. Juntos lo han ganado todo bajo el escudo de los de Merseyside, convirtiéndose ambos en los dos jugadores africanos de referencia de los últimos años desde el prisma europeo. Una de las primeras jugadas decisivas de la final estuvo sentenciada por ese conocimiento mutuo. En el minuto cinco, penalti para Seneg. Salah, a sabiendas que Mané sería el lanzador, se apresuró a susurrar al portero egipcio cómo lo lanzaría o al menos como creía que lo haría. Finalmente, el senegalés optó por chutar al sector derecho y a media altura (imaginamos que como tantas veces lo ha hecho en la ciudad deportiva de Northwood) y Gabaski detuvo el lanzamiento. Tras la prórroga, el penalti se volvió a encontrar en el camino del senegalés. Sereno y ya partícipe del juego mental con su compañero Salah, lanzó el penalti por el mismo lugar por donde lo había fallado anteriormente. Una frialdad que bien vale ser campeón.De Deportes https://ift.tt/SG2vZCc
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