Todo empezó como empiezan las cosas después de Reyes, con una venganza atmosférica y ese frío de enero que es como para destetar 'hdps', Cela dixit. Empezó neviscando la noche antes, si la memoria no me falla, y ya, después, todo fue un blanco con los tópicos que se le quieran poner: el sudario, el manto, y el madrileño en pandemia que no sabía si aquello era una señal de los Dioses u otra plaga. Mi Filomena empezó en una tasca con ventanales limpios, unos guantes que mi tío Enrique me regaló en un arranque de generosidad y la calle que iba alcanzando espesura de taiga. No hacía especialmente frío cuando la precipitación, pero la ciudad empezó a silenciarse, quizá cansada... Ver Más
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