miércoles, 19 de enero de 2022

Derribar el edificio o mantener la estructura: los dos posibles proyectos para la casa parroquial de La Paloma

Un año después de la explosión en el número 98 de la calle de Toledo las incógnitas sobre el futuro del inmueble todavía sobrevuelan el lugar. Los tres sacerdotes –que habitaban las dos plantas superiores, las más afectadas– residen en unas viviendas cedidas por la parroquia del Purísimo Corazón de María, en Embajadores, mientras se decide qué proyecto restaurará su casa parroquial. Dos planes están sobre la mesa: derribar completamente el edificio y construirlo desde cero o reutilizar la infraestructura, algo que depende de las licencias y permisos municipales que les otorguen y del visto bueno de la diócesis. «La parroquia está en fase de anteproyecto, trabajando en la doble propuesta. Miramos al futuro y nos hemos puesto en camino para reconstruir el edificio, porque es urgente volver a tener un centro donde recuperar las actividades que se hacían, pero vamos día a día», confiesa Gabriel Benedicto, el párroco. Entre las cuatro paredes de la calle de Toledo llevaban a cabo las catequesis, los ensayos del grupo de teatro, el proyecto de apoyo escolar y el almacén de alimentos de Cáritas. Ahora, las catequesis de infancia se celebran en aulas del colegio La Salle, contiguo a la edificación afectada por la explosión; el apoyo escolar se ha trasladado a un espacio de la Fundación Altiuos; el pequeño cuarto en el que se ubicaba la conserjería funciona como almacén de alimentos y oficina de Cáritas, y los jóvenes de teatro se han ido temporalmente a la delegación de la juventud, en los bajos de la parroquia de San Juan de la Cruz. La comunidad hace, desde un año, malabares para evitar que estos talleres se paralicen, y adaptan otras al espacio del que disponen. «Estas navidades hemos hecho concurso de villancicos y jornadas de fútbol y pádel, por ejemplo», dice el párroco. Proceso judicial Mientras se decide qué pasará con la casa, el proceso judicial para dilucidar de quién fue la responsabilidad de la tragedia continúa. La fuga, según consta en el informe policial, se debió a la desconexión del tubo de gas natural de la llave de acometida. La Justicia ha archivado el proceso por la vía penal, pero se mantiene por la civil. «La fuga de gas ha quedado claro que estaba en el exterior, pero no se indagaron posibles causas ni se investigaron actuaciones u omisiones de Naturgy o del Canal de Isabel II», dicen fuentes de la parroquia, que subrayan su deseo de «saber exactamente qué pasó bajo la acera». Diez personas resultaron heridas el 20 de enero de 2021 y cuatro fallecieron: Rubén Pérez, sacerdote que cayó desde la tercera o cuarta planta; David Santos, feligrés y amigo de Rubén; Javier Gandía, albañil que trabajaba en una obra cercana y al que alcanzaron los cascotes, y Stefko Ivanov, transeúnte que salía de los Servicios Sociales del ayuntamiento, al lado de la parroquia.

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