miércoles, 19 de enero de 2022

El forjador de dos Balones de Oro

La Masía, el centro de formación de jóvenes talentos del Barcelona, es uno de los grandes motivos de orgullo del club, que presume del valor de su cantera y de la aportación al fútbol mundial. El trabajo que se realiza en estos maleables jugadores se aprecia a lo largo de su trayectoria, alimentada desde el inicio por la pedagogía de Xavi Llorens, técnico que ha estado 17 años en el fútbol formativo azulgrana. Fue el primer entrenador de Leo Messi en el Barça y moldeó a Alexia Putellas cuando ésta llegó a la entidad con 12 años y él se hizo cargo del fútbol femenino. Llorens se emocionó al ver a Messi y a Alexia ganar el último Balón de Oro, al igual que en 2010 sintió que su trabajo obtenía sus frutos. Había formado a Xavi Hernández y a Andrés Iniesta, que junto al rosarino pasaban a la posterioridad con una icónica fotografía que encumbraba a La Masía ante el mundo. «Son cosas muy comparables. Estoy orgulloso de las dos. Creo que las dos imágenes, la de 2010 y la de 2021, son maravillosas y es un orgullo para todos los culés y barcelonistas», asegura en una charla con ABC. Llorens es un forjador de Balones de Oro que, curiosamente, no prioriza la técnica ni la táctica en sus equipos. «Yo siempre me he considerado más formador que entrenador. Se puede educar desde el buen rollo pero competir es más difícil y cuando empiezas a ganar todo se empieza a complicar», comenta. Ya lo pensaba en el año 2000, cuando un chico menudo fue a parar a su Infantil B. Era Leo Messi, que con 13 años le dejó encandilado. Tanto que en el informe que realizó lo bautizó como «el pequeño Maradona». «Es un orgullo haber sido su primer entrenador. Nadie se espera que un jugador o jugadora al que entrenas de pequeño pueda llegar a lo que ha llegado él. Eso demuestra que tiene un talento diferente al resto de jugadores», cuenta. El formador recuerda la primera impresión que tuvo al verle: «Era un niño que venía ilusionado por jugar al fútbol y con el sueño de triunfar en el Barça, como cualquier otro. Recuerdo que era muy diferente en el campo y fuera de los terrenos de juegos, mientras que en el vestuario era tímido y hablaba poco, en el campo era atrevido». Y explica como lo moldeó: «Primero hay que dejarlo crecer. Tenía un juego muy vertical, muy individualista pero es lo normal cuando eres pequeño. Cuando vas creciendo ya participas más en un juego asociativo y como el que hacemos en el Barcelona. Era un niño que iba a hacer su partido y que disfrutaba de cada momento que tenía la pelota». Llorens añora aquella época en la que «los niños no tenían representante ni botas gratis, ni intereses en el entorno que viciaran su crecimiento». En 2006, José Ramón Alexanko, que era el director de fútbol del club, quiso apostar por el fútbol femenino, que se encontraba muy lejos de los mejores equipos españoles. «Xavi, enséñales a jugar a la pelotita», le retó Zubi. Hombre de club (en 1979 se incorporó al Barcelona como jugador de fútbol sala y diez años después, avalado por Cruyff y Rexach, dio el salto al fútbol base como entrenador), Llorens recogió el guante. Y allí se topó con Alexia Putellas, que a sus 12 años dejaba el Sabadell para cumplir el sueño de vestirse de azulgrana. Entonces la sección no estaba profesionalizada y tenía muchas carencias. Tantas que se vio obligado a dejarla marchar al Espanyol. «No había equipos en la edad de ella. De las nacidas en el 93 y 94 no teníamos. Las más jovencitas eran del 92. Era un Barça femenino en plan escuela y tuvimos que dejarla salir y que continuase su camino pero siempre atentos a ella. El seguimiento siempre se hace con las que destacan», recuerda. No dudó en recuperarla para el filial en 2012 y darle la alternativa con el primer equipo porque «es una jugadora que lo tiene todo: visión, llegada, un buen disparo...». «Lo único que le falta es una pizca de velocidad pero eso no se entrena, se tiene o no se tiene. A mí me llegó con 17 años y hasta los 23 no la volví a entrenar», apunta, consciente de que durante el tiempo que la tuteló la hizo crecer paralelamente a un equipo que el año pasado ganó el triplete. «Lo que hay que hacer es trabajar y tener el punto de suerte que siempre se necesita en la vida», concluye.

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