Ha bajado el rodríguez a la calle con esa tristeza de hombre común en lo más crudo del otoño. Ha ido a por pan de masa madre para su Beatriz y para su niña, que están en pilates. El rodríguez ha ido a darse un garbeo entre luces recién encendidas y gente normal a las que el populismo llama consumistas. Se le ha metido una lágrima, sí, porque el rodríguez, por insistencia de su Bea, tiene todos los permisos del mundo en el nuevo coche para ir por Madrid, cosa que no hace desde que Montera tenía yerba. Pero es que el rodríguez se vuelve solitario, niño de christmas, cuando ha visto el entusiasmo de Almeida con el mogollón navideño.... Ver Más
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