sábado, 27 de noviembre de 2021

Las familias que luchan por izar la bandera del bilingüismo en Cataluña

Era una ansiada victoria desde hace años. El portazo del pasado miércoles del Tribunal Supremo (TS) a la inmersión lingüística en Cataluña al no admitir el recurso de la Generalitat ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) contra la obligatoriedad del 25% de castellano en las aulas ha sido un regalo del cielo para las familias que, durante años y tras una lucha incesante, han batallado por la igualdad educativa. Hasta ahora son un centenar de familias las que han conseguido que sus hijos y compañeros de clase -2.300 alumnos en total-, disfruten de una asignatura más en castellano, según apuntan desde la Asamblea para una Escuela Bilingüe (AEB). Algunas de estas familias cuentan a ABC su experiencia, llena de dificultades, y que no ha servido para que el castellano, cooficial en Cataluña, cobre pese de manera generalizada en el sistema escolar catalán. Quique Roldán, Llagostera (Barcelona) «Todo empezó cuando me decían desde el colegio que mi hijo debía hacer más catalán porque era castellanohablante». Eso empujó a Quique Roldán a contactar con la AEB. El caso acabó en el TSJC y en menos de dos meses salieron las medidas cautelares. Ahora a su hijo, que ya está en 3º de Primaria en un centro público de Llagostera (Gerona), le imparten, en teoría, la asignatura de Medio junto a horas de matemáticas, lengua, lectura y exposición en castellano, pero sabe que no lo cumplen a rajatabla. «Algunos padres me empezaron a hacer el vacío, otros se echaron para atrás por miedo y otros me lo agradecieron. No es fácil pero yo ya no quiero tener más miedo para reclamar algo para mi hijo que es legal. Él juega con todos los niños sin problemas pero no ha vuelto a ir a ningún cumpleaños, no sé si será por culpa del Covid, aunque creo que sí ha habido fiestas», cuenta con pena Quique. A pesar de todo, él no ha dejado de perseguir la igualdad lingüística: ahora ha pedido que la canción navideña que ensayan en clase sea en castellano, ya que el año pasado era catalana. «Me dijeron que ‘sin problema’. Lo veremos», cuenta. Por todo ello, la respuesta del Supremo fue para él «una victoria por los derechos de todos los niños, también para los catalanohablantes que si no no tendrán un buen nivel de castellano. Porque con dos horas de clases a la semana no se aprende un idioma». D. López, Barcelona D. López lleva batallando desde el pasado junio junto a las familias de otros 25 niños para que el 25% de castellano se implante en las aulas de un colegio público del distrito de Horta-Guinardó (Barcelona), al que acude su hijo de 11 años. A la escuela, cuenta, acuden muchos hijos de inmigrantes y el castellano es el idioma más hablado tanto en el patio como a las puertas del centro. «Quizás por eso desde arriba hay este empeño ilógico e imposición a la fuerza» del catalán, comenta. De momento, la consejería de Educación ha hecho oídos sordos a sus demandas, que persigue junto a la entidad Hablamos Español, y se ha limitado a aceptar el envío de comunicados escolares en castellano. La clase que ella conoce de primera mano, la de 6º de Primaria, tiene 4,45 horas de lengua catalana, 3,30 de Inglés y apenas 2,30 de Castellano, prácticamente el mismo tiempo al que destinan a la asignatura de Plástica. El resto de asignaturas troncales se imparten en catalán. «Lo tratan como una lengua extranjera», lamenta ella, mientras recuerda que «la educación de calidad de nuestros hijos pasa por tener también un buen castellano». Con este panorama recibió con especial alegría el posicionamiento del Supremo pero a la vez «con escepticismo, porque vemos que las sentencias no se cumplen». «¿Hay que mendigar para tener una miseria del 25% de clases en castellano?», se pregunta con indignación. A. R., Palamós (Gerona) «Lo nuestro es un acto de buena fe». A. R. empezó su particular lucha cuando su hijo mayor empezó P3 y ganó la denuncia pero su abogado, alineado con la cuestión independentista, no colaboró a que su demanda se cumpliera. La AEB le ha ayudado a que, años más tarde, su hijo pueda recibir un 25% de la enseñanza en castellano. El pequeño, ya en 3º de Primaria en un centro concertado, ha tenido clases de educación física y plástica en castellano y ahora lo escucha en horas «de competencia lingüística y proyectos». «Me dicen que las dan a discreción y me lo tengo que creer, es un acto de fe», explica con resignación. A pesar de ello, no se conforma y sigue luchando por más derechos ninguneados. «Una cosa es la educación y luego está el centro. Las reuniones de padres siempre son en catalán, ni en la reunión privada me hablan en español. Soy el único padre del colegio que recibe las notas en español y no lo hago por fastidiar. Esta batalla agota pero hay que librarla. Yo lo hago por mis hijos y mis nietos», expone a ABC este padre. Esperanzado, confía en un giro radical de estas políticas y cree que «a la larga esto tiene que cambiar porque es injusto. No puede ser que pidas clases en español y te den un 25%. En este caso tendrían que darte un 25% en catalán». «Tarde o temprano se tendrá que poder elegir si quieres la educación en catalán o castellano. Además, hace falta una ley del idioma oficial del Estado», sentencia. Óscar Rubio, Cubellas (Barcelona) Su lucha empezó en 2019 pidiendo los comunicados en castellano al centro público de su hijo, «ya no solo por nosotros que somos castellanohablantes sino también por los padres extranjeros». «Me dijeron que era imposible porque tenían mucho trabajo y porque la lengua vehicular en el colegio era el catalán», recuerda. La negativa, y las formas poco amables con la que se lo comunicaron, alentaron a Óscar a ir más allá. Acabó en manos de la AEB y tras una petición a la Generalitat consiguió tener las notas en castellano («que luego incumplían a diestro y siniestro»), pero no la educación bilingüe. Luego, ya ante el TSJC, logró sin problemas el 25% de castellano. Lo peor llegó cuando en una reunión con la profesora se enteró de que su hijo era el único de la clase al que le hablaban o pasaban fichas y ejercicios en castellano. «Eso es más grave que no darle nada en castellano», denuncia. Por ese motivo, su historia acabó de nuevo ante el TSJC, que citó a la directora del centro a declarar y que le advirtió con la inhabilitación del cargo si no cumplía correctamente con las medidas cautelares. Ahora su hijo de 7 años está en 1º de Primaria y a priori el 25% se está cumpliendo. «¿Qué mejor que un niño aprenda dos lenguas correctamente? Porque el castellano se puede hablar mucho en la calle pero también se aprende en clase», remarca Óscar, que lamenta que en Cataluña «el derecho a decidir parece que solo valga para una ideología». «A mi antes me daba igual esta cuestión, pero han querido imponer tanto el catalán que apenas lo uso», incide, al tiempo que cree que tras el revés del Supremo «todo seguirá igual, pero más padres se animarán a pedir el castellano en el colegio y quizás los procedimientos serán más rápidos. Yo he perdido mucho tiempo, dinero y fuerzas».

De España https://ift.tt/313DyiI

0 comentarios:

Publicar un comentario