domingo, 28 de noviembre de 2021

Carlota Ciganda, un espíritu libre

Con los genios no valen los pronósticos. Y mucho menos las presiones. Carlota Ciganda sabía que era la favorita para ganar el Andalucía Costa del Sol Open de España, pero no dejó que eso le afectara lo más mínimo. Ni siquiera el hecho de saber que, al lograrlo, se convertiría en la golfista española más victoriosa de la historia, al sumar siete triunfos internacionales. La navarra, como siempre, salió a Los Naranjos a jugar a su aire; a disfrutar del golf como lleva haciendo desde pequeñita, sin que las estrategias o las rutinas le apagasen su amor por este deporte. De la misma forma que ganó los campeonatos nacionales de todas las categorías amateurs, desde benjamín hasta profesional, lo que le llevó a ser nominada mejor golfista europea en el año de su debut y a una comparación algo forzada con la estadounidense Michelle Wie. Ayer Carlota tenía tres golpes de renta sobre la tailandesa Atthaya Thitikul, pero sus seguidores y amigos (una ‘Charlote’s Army’ que la acompaña allá donde juega) no quería lanzar las campanas al vuelo. Conociéndola, podía perder su ventaja en los primeros hoyos o terminar duplicándola al final. Y, para alivio de todos, la moneda cayó de cara. La de Ulzama no dio tregua a sus rivales (se colocó cuatro abajo en ocho agujeros) y luego solo tuvo que mantener la calma para superar por cuatro a Maja Stark. En los diez años que lleva como profesional, Ciganda ha vivido los mejores momentos del deporte femenino español y ha protagonizado varios de ellos. Doble participante olímpica, ha ganado en dos ocasiones en el LPGA y en cinco en el Circuito Europeo, además de haber conseguido la International Crown para España y, en tres ocasiones, la Solheim Cup para Europa. Pero estos datos, que la sitúan en lo más alto del palmarés a sus 31 años, no son lo más importante de su vida, ni de lejos. Su familia, primordial En la escala de valores de esta jugadora no figuran por arriba ni los éxitos ni el dinero, sino disfrutar de la vida y de los suyos. Aficionada compulsiva al deporte, en los Juegos de Río cumplió su sueño de ser olímpica y, cuando no estaba en el campo de golf, se la podía ver animando a los españoles en cualquier escenario que le pillase a mano. Eso por no hablar de que viaja siempre con un balón de fútbol con el que imagina las mejores jugadas del Athletic de sus amores. Pero, para amor, el que siente por los suyos y por su tierra. A pesar de llevar desde los 18 años en los Estados Unidos, intenta no pasar más de un mes sin regresar a casa. Necesita la comida familiar y los paseos por el monte para sentirse viva y poder vivir su profesión de la manera en la que lo hace: con pasión, pero sin obsesionarse por los detalles técnicos. Sabe que tiene que mejorar el putt para alcanzar a las mejores del mundo, pero también que su mejor momento aún está por llegar: un grande le espera. Si a Carlota la denominan la Ballesteros femenina es por algo. Su garra, su capacidad de recuperación con golpes inverosímiles y su capacidad de improvisación la diferencian del resto de las jugadoras. Son sus señas de identidad y lo que la hacen tan especial. Talento en estado puro.

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